Faltaban diez minutos para que se hicieran las 22, cuando Marco Antonio Solís salió a enfrentar por primera vez al Anfiteatro techado, ocupado en un 95% (trascendió que habrían regalado cientos de entradas, como en el resto de las noches del Festival de Peñas). Recibido por una suelta de papeles a cargo de su club de fans, el cantautor mexicano comenzó a desandar sus éxitos de antaño y las canciones de su último álbum “En total plenitud”.
Minutos antes un vendedor remataba, con explícito doble sentido, “el último chori” del destacado artista. Mientras, las mujeres que habían abonado las plateas altas se avivaron a tiempo y, en forma intempestiva, se reposicionaron cerca del escenario. Los pobres acomodadores quedaron desconcertados.
El compositor romántico, que luciera un ambo oscuro con vivos dorados y una camisa azul, arribó con todos sus músicos -un quinteto de cuerdas de madera, un cuarteto de bronces, más percusión y sensuales coreutas- sumados a un elenco de bailarinas, que mostraran sus polleras con la bandera mexicana, y toda la gran parafernalia de show internacional. Paneles gigantes -a los costados y a modo de plataformas- sobre el escenario se adosaban a las pantallas central y laterales a la hora de adornar con imágenes tanto en vivo, iconográficas o de videoclips alusivos. No obstante, el audio dejó que desear en el primer tramo, con algún que otro acople imprevisto.
Más allá de que Solís cumple con todos los preceptos de cantante melódico -y hasta meloso en ocasiones- se evidencia en su performance por qué es una de las estrellas de la música latina más exitosas. En el plano estrictamente artístico no sólo canta -con “gola” preparada para rancheras o boleros- y compone, sino que además puede interpretar junto a una guitarra o una percusión. Y desde el vínculo con el público, el enjuto solista sabe expresar las palabras justas y necesarias para animar y enamorar a la espectadora más alicaída.
Luego del segundo tema, comentó: “Qué bonito es estar en Villa María, con amigos de Córdoba y otros que vienen desde muy lejos. Esta noche va a ser una noche donde hablaremos de sentimientos”. Luego se despachó con frases símil libro de autoayuda: “Damos cuanto recibimos”, “nos cuesta amar y sobre todo perdonar”, “perdonar de verdad es amar de verdad”, “todo lo que daña el corazón hay que dejarlo atrás para siempre” o “tenemos el derecho a la felicidad”.
Del mismo modo, y como introducción a las canciones más rítmicas y cómplices, el “chaparrito” munido de su sombrero, regaló guiños para la platea masculina: “No sé por qué las mujeres nos dejan y después vuelven a buscarnos”. “Ellas dicen que somos como los cajeros automáticos, que sólo servimos para dar dinero y que somos mentirosos. Pero no diríamos tantas mentiras si ustedes no hicieran tantas preguntas”.
Entre las obras más aplaudidas -hasta el cierre de esta edición- fueron: “Morenita”, el clásico “O me voy o te vas”, “Cómo fui a enamorarme de ti” y “Tu cárcel” del tiempo de Los Bukis, “Antes de que te vayas” y las nuevas “Hay de amores a amores” y “A dónde vamos a parar”. Todavía faltaban hits como “Si no te hubieras ido” o “Dónde estará mi primavera”. El intendente Accastello estuvo presente.
Juan Ramón Seia
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|