Cuando suenan las notas de un tango y dos cuerpos se encuentran sumergidos en la danza, las fronteras desaparecen.
En esos minutos de canción sentimental, se iluminan las miradas y la pasión avanza lentamente desde los pies con destino directo al corazón.
Estas imágenes, que la periodista intenta convertir en simples palabras, quedaron grabadas en la retina de más de un centenar de personas que disfrutaron de la milonga, el pasado sábado, y del talento de las dos parejas de bailarines internacionales que estuvieron en Villa María dictando un máster, organizado por Germán y Marcos Macía.
Jorge Firpo y Diana Mestre, Luciano Bastos y Aurora Lubiz. Los cuatro transmitieron sus conocimientos, un cóctel con ingredientes específicos. Mezcla de experiencia, talento y pasión por la música declarada patrimonio de la humanidad.
Un significativo grupo de jóvenes quedaron prendados de la técnica desplegada por los grandes maestros convocados por la Academia de Macía .
“Es importante que los jóvenes tomen al folclore y al tango como parte de nuestra identidad.”
El profesor de la Escuela Argentina de Tango, Jorge Firpo, fue el primero en tomar la palabra en una charla informal con la periodista de este medio.
“Me sentí muy cómodo, me hubiera gustado que participara más gente. Este tipo de iniciativa debería tener el apoyo de las autoridades municipales”, dijo el reconocido profesional que fue elegido en 2009 para presidir la Asociación de Maestros, Bailarines y Coreógrafos de Tango.
Firpo es uno de los referentes de Macía a la hora de su formación.
Apasionado, Firpo se mueve en el escenario, junto a su esposa Diana Mestre, y encanta al público, lo fascina, le arranca “bravos” a cada paso.
Conocedor de diversos escenarios del mundo, el maestro ve en el tango la posibilidad de debatir nuestra historia económica y social. No es sólo enseñar a bailar, es profundizar el interés por lo que nos sucede como pueblos.
“El tango tradicional, sin desnaturalizarlo, con fantasías”, es el preferido por el hombre que mientras más baila, más rejuvenece.
“El tango es cuerpo a cuerpo, es despertar el deseo.”
Ese deseo que se percibe en la mirada profunda de su compañera de vida y de pista: Diana. Ella es actriz, lo conoció en una milonga y de allí en más sus caminos se fundieron en “toque y enrosque”, en compases sensuales y arrabaleros.

De Brasil a la aurora

Luciano vive en Río y hoy se mueve conteniendo, en la danza, a toda una maestra Aurora Lubiz.
“El tango es un momento de encuentro real, en un mundo globalizado donde las personas se comunican por Facebook. Me enamoré del tango, hace doce años, y no paré más. El abrazo es el amparo, es la contención, es un diálogo no verbalizado. La comunión a través del cuerpo.”
Luciano habla en español pero su acento portugués le agrega más sensualidad a su declarada pasión por la música ciudadana.
Su pareja de baile, Aurora tiene una formación académica en danzas clásicas, moderna y folclore. Fue una de las bailarinas del ballet de “El Chúcaro”.
Hoy, el tango ha entrado en su vida para quedarse.
“El tango es mi opción de vida, mi lugar en el mundo”, afirmó.
Alegrías, desengaños, traiciones, todo se mezcla en las letras de la canción maleva, canción de Buenos Aires.
Y los cuerpos hablan, murmuran, transmiten sentimientos.
“Cuando el encuentro es potente, la frontera desaparece, para el tango no hay fronteras. El futuro tiene que ver con esto, con el abrazo, con los países que se encuentran, con las fronteras que levantan en aras de la paz”, precisó Aurora.
Piensa en el futuro. “El año que viene necesitamos que todos vengan al show, aunque no bailen...”
La charla va finalizando, son los últimos compases. Los maestros vuelven a lo suyo, a enseñar, a transmitir de generación en generación ese poderoso sentimiento que reflejaron con sabiduría excepcionales autores.
Los maestros vuelven a lo suyo. A expresar con el cuerpo, la lucha que es cruel y mucha, las bondades de arrastrarse entre espinas en afán de dar amor.
N.M.