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Roxana y Marcos, los hijos de José Héctor Quiñones, condenado por la Justicia y preso por la incomprensión |
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Probablemente en algún registro estará asentado que, hace exactamente una semana, el interno de la cárcel local José Héctor Quiñones fue trasladado de urgencia al Hospital Regional Pasteur. Un día después, el jueves 24 de febrero pasado, se le practicaron todos los estudios para elaborar un diagnóstico preciso... ...tan preciso y certeros que, a la jornada siguiente (viernes 25), a las 13.30, fue ingresado al quirófano del mencionado nosocomio para estirparle un tumor en el colon. Desde entonces, Quiñones, un hombre de 59 años, transformado en la fe durante su reclusión, al punto que es pastor evangélico, se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Terapia Intensiva, en coma inducido y asistido mediante respiración mecánica. Pero falta un detalle: Quiñones hace casi dos años que sufre fuertes dolores en la región ventral, el mismo tiempo durante el cual pidió, solicitó e imploró que fuese asistido, que le realizaran los estudios para conocer las causas de su enfermedad... Pero, por una u otra "sin razón", se agravó en la espera, al punto que, luego de la operación, en el Hospital le expresaron a sus hijos que, ahora, "es mayor la probabilidad de muerte". Sus hijos El lunes pasado, Roxana y Marcos Quiñones, hijos del hombre que está en coma en el Hospital Pasteur, recurrieron a EL DIARIO para dar a conocer el caso. Ellos narraron que todos los Quiñones residen en la ciudad de Córdoba, donde el padre cumplió la primera parte de una condena de 20 años y 6 meses de prisión, hasta que hace aproximadamente una década fue trasladado a la Unidad Penitenciaria de barrio Belgrano en Villa María. "Desde hace un año y medio o casi dos, mi papá ha venido sufriendo fuertes dolores intestinales", refirió Roxana. En ocasiones, "él nos contó, defecaba con sangre", agregó la mujer, "por lo que pidió que le hicieran los estudios necesarios" a fin de aliviar los dolores y, por si acaso, curarse de la afección. "Ya viene éste" Como es de suponer, en varios oportunidades, el recluso debió permanecer en la Enfermería del establecimiento carcelario. "Todas las veces que él se presentaba ante el médico, el doctor Alaniz, siempre le dio una pastilla o, algunas veces, le colocó una inyección, pero no más que eso", reveló Roxana. Quiñones le comentó a sus hijos, en ocasionales visitas, que a medida que las consultas se hacían más asiduas, el médico decía: "Ya viene éste, otra vez...". Además, "cuando mi papá le decía (al médico) que tenía fuertes dolores, que no daba más, le decía: ‘No tenés que comer más’". Estudio frustrado Ambos hermanos, a su vez, relataron que, en una ocasión, le realizaron análisis, una ecografía y una tomografía, pero que entre los estudios que eran necesarios para develar el real estado de salud del padre estaba el de la colonoscopia. Así fue que "consiguió la autorización y el turno para realizarse ese estudio en diciembre del año pasado, en el Hospital San Roque" de la ciudad de Córdoba. "Hasta allá lo llevaron. Lo depositaron en el penal de barrio San Martín, porque eso es lo que realmente ocurrió, y cuando fue trasladado al San Roque no le pudieron hacer la colonoscopia porque estaba ‘mal preparado’, le dijeron", detalló la hija. "Así fue que, porque así lo solicitó la directora de la cárcel de acá (Villa María), a mi papá lo trajeron de nuevo y nunca le realizaron el estudio que necesitaba", apuntó la atribulada mujer. "Por esta razón, mi papá perdió el turno. ¿Cómo es posible que no lo hayan preparado...? y, además, ahora no tendría turno sino recién en mayo, le dijeron", añadió Roxana. Denuncia Los hijos de Quiñones aseguraron que "tanto la directora como quien está en la Dirección (de la penitenciaría) siempre tuvieron pleno conocimiento de lo que le ocurría a él (el padre)", pero "no hicieron nada". "Hoy, nos dijeron los médicos, ha perdido el 90% del intestino grueso a raíz del cáncer de colon... y, si sale de ésta, tendrá una total discapacidad", revelaron los hijos de Quiñones. Estos, a su vez, dieron cuenta que realizaron la denuncia del caso ante la Fiscalía de Instrucción del Segundo Turno, "por abandono de persona y mala praxis". Además, se preguntaron, "¿cómo es posible que en el término de tres días (del miércoles 23 al viernes 25 de febrero) le pudieron realizar todos los estudios e incluso operarlo en el Hospital Pasteur y antes no hicieron nada?". Los dos hijos se fueron con el dolor entre el corazón. Nos volvió a la memoria aquella expresión: "El único derecho que pierden los presos es el de la libertad, pero los otros no".
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