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Las noches festivaleras fueron apreciadas por grupos de jubilados de Villa María, Villa Nueva y toda la región |
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¡Una vergüenza!
En la madrugada del sábado pasado viví un episodio que quiero hacer público.
Siendo las 3 de la mañana y terminando mi jornada laboral, llamé a la empresa Donald para que manden mi marido a buscarme ya que él trabaja en esa firma de transportes.
Al encontrarse ocupado me envían otro móvil, el interno 327. Me subo con una compañera de trabajo para dirigirnos a nuestros respectivos hogares, a los cuales nunca llegamos.
¿Saben por qué? Porque el chofer que manejaba el móvil 327, no sé si estaba borracho o drogado pero no respondía a ninguno de nuestros pedidos, lo único que hizo fue decirnos cosas obscenas y fuera de lugar.
Lo peor de todo es que en dos oportunidades, durante el trayecto, casi chocamos con vehículos que estaban estacionados (un auto y un camión).
Teníamos que ir a una cuadra de la Terminal y terminamos casi tirándonos del auto en Pasteur y Mendoza.
A raíz de lo antes mencionado, llamé a la empresa para contarles el estado en que se encontraba este hombre manejando y lo que había sucedido.
Ellos (los responsables de la remisería) no hicieron absolutamente nada, tal es así que al día siguiente me topé con el mismo señor tomando pasajeros en inmediaciones del Anfiteatro.
Yo me pregunto: ¿En manos de quién estamos poniendo nuestras vidas, si el dueño de la empresa y los agentes de tránsito no hacen nada para garantizarnos que vamos a llegar sin daños a nuestros hogares?
Por eso pido que la oficina de transporte preste un poco mas de atención y hagan los controles de alcoholemia correspondientes a los taxis y remises.
M.J. Planes
DNI: 32934282
Los jubilados saben agradecer
Cuando ofrecieron a los centros de jubilados las entradas para estar presentes en compartir la alegría de contemplar esa obra magnífica que es el coloso Anfiteatro de nuestra querida hermana Villa María, sentí una emoción muy fuerte pues no creía que esto sucedería y que los invitados de honor fueran precisamente "los jubilados".
La verdad que no podía creer lo que estaba pasando, el respeto que todas las personas tuvieron con los adultos mayores, la comprensión de los jóvenes que acompañaban a los que se equivocaban de lugar, todo esto me alegró el corazón.
Pensé que estaba viviendo en otra época, otro mundo, en donde se aman los mayores y le dan el trono perdido por sus arrugas y sus mentes enajenadas.
Fui feliz al contemplar lo que otros con dinero podían contemplar, me sentí henchida de gozo, al ver nuestra gente de todos los centros a la redonda vivir un espectáculo que era digno de ver y volver a creer.
Hablando con el director Ejecutivo de U.G.L. de Córdoba, le comentaba que no sólo gozaba del espectáculo, sino que al ver a "mis viejos" sonreír, mi corazón se llenó de felicidad, bailábamos, levantábamos las manos, nos parábamos para apreciar más las voces, las lágrimas que Luciano Pereyra nos hizo verter fueron lágrimas de alegría y agradecimiento.
Es por eso que debo decirlo a boca llena: ¡Gracias PAMI! ¡Gracias Eduardo Accastello! ¡Gracias a todos los que trabajaron para tener ese coloso que hoy tiene nuestra hermana Villa María!
En el nombre de todos los jubilados, a los cuales represento, quiero decirles que en el gran abanico que PAMI abrió, está la distracción que son muchas pastillas menos, muchos recuerdos hermosos.
Puestas en nuestro corazón estas noches serán de eternos recuerdos para nuestra delgada alma que ya va buscando otros rumbos...
María I. de Ranciglio
presidenta Centro
Jubilados Villa del Parque
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