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Apretado. Manicero trata de zafar ante la marca de Caballero. El delantero de Alumni encaró como siempre, pero no pudo vulnerar a una sólida defensa |
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Escribe:
Juan Manuel Gorno
Ni el máximo pesimista simpatizante de Alumni pensó anoche que iba a suceder lo que infelizmente sucedió: el equipo, esta vez, no hizo goles, perdió el invicto en Plaza Ocampo, ante un rival que no había ganado nunca en el año, y no pudo siquiera tomar una mínima ventaja en la lucha por zafar del descenso.
Se podría recalcar que, ante la falta de gol, anoche la formación fortinera no pudo ocultar sus inconvenientes defensivos, aunque el tema va más allá.
El conjunto puntano, que llegaba alicaído, fue más inteligente en el primer tiempo y se abroqueló de manera perfecta en el segundo, cuando se aferró a la ventaja por la imperiosa necesidad que arrastraba.
Y es quizás un tema de necesidad lo que complicó al equipo villamariense, ya que comenzó a desesperarse temprano, jugó más rápido que la pelota y entró en el juego que le propuso la “Juve”.
Deberá entender Alumni que a veces no alcanza con los arrebatos individuales, algo que repitió constantemente contra un rival que, en la primera etapa, hizo todo lo contrario: trianguló con toques cortos, actuó bien en bloque y encontró espacios para inquietar en ataque.
Cuando el local se encontró pudo generar algo, por ejemplo, un contragolpe bien hilvanado con cambios de frente que terminó con un cabezazo de Diego Manicero y un esfuerzo en vano de Leonardo Abálsamo, a los 5 minutos, además de una corrida y pared de Herrera con Riggio que finalizó con el remate desviado del delantero.
En lo demás, Juventud, que esperó en su campo para recuperar la pelota, le cerró caminos a Manicero, fue más pulcro en el traslado, sobre todo por el sector izquierdo de su ataque, donde Marcos Fernández tuvo compañía con alguno de los delanteros para actuar sobre la zona de Riggio y el pibe Juan Salort.
Precisamente, por esa franja surgieron situaciones para el visitante, que avisó con sendos remates de sus atacantes -Marcos Godoy y Wilson Albarracín- que hicieron revolcar al arquero Jonathan Scalzo. Y después llegó el gol, a los 22’, con Fernández rematando violentamente desde afuera del área para provocar el rebote de Scalzo y la posterior definición de Albarracín.
El propio Fernández luego estuvo a punto de convertir el segundo, de tiro libre, pero Scalzo, esta vez, la desvió al córner.
Mientras el rival después trató de ahogarle la salida -lo que hizo extrañar la presencia de Gastón Molina para salir desde el fondo- Alumni tardó en reaccionar y, cuando lo hizo, buscó mediante pases profundos de Luciano De Bruno, mientras los delanteros corrían a lo lejos y el equipo quedaba largo.
También estaba latente la chance de empatar con alguna jugada en pelota detenida, vía por la cual el mencionado De Bruno recibió un centro para cabecear con precisión, aunque el destino empezó chocando con la buena noche del arquero Valentín Brasca.
El ex portero de Talleres fue clave para Juventud en el complemento, ya que se quedó con las pocas ocasiones más nítidas de gol que se le presentaron a Alumni.
A los 6’, Herrera se lo perdió debajo del arco, pero más tarde, el uno visitante le contuvo un cabezazo al “7” y atrapó sensacionalmente una pelota muy complicada, impulsada con violencia por Román Strada.
Por entonces, Juventud se cerraba cada vez más, armando la muralla con las dos líneas de cuatro. Y esta defensa se intensificó sobre el final, cuando el árbitro expulsó por doble amarilla al delantero Marcos Godoy.
Con el aguante de los hinchas, que no paraban de cantar, y el corazón en la mano, Alumni buscó por todos lados y terminó jugando con un solo defensor, ya que el “Tano” Riggio colocó rápido gente arriba para tratar de vulnerar a un contrincante de puro sacrificio y orden.
De todas maneras, la desesperación le jugó una mala pasada al equipo local; se verificó con remates sin sentido de quienes debían poner algún pase al compañero mejor ubicado o llegar hasta el fondo por las puntas.
Entonces fue Juventud quien finalmente festejó largamente los tres puntos, mientras los simpatizantes villamarienses se retiraban en silencio, sin poder saborear siquiera aquel invicto que supo blindar a la confianza.
La figura
Marcos Fernández, por su versatilidad para jugar como volante externo, su pegada y su juego, fue lo más sobresaliente del equipo ganador, aunque el puntaje bien alto es para el arquero Valentín Brasca, quien estuvo muy seguro. En Alumni, lo mejor fue Sergio Zanabria, por las coberturas que hizo de manera inteligente en el complemento.
El árbitro
El marplatense Federico Presa no tuvo inconvenientes para llevar el partido, más allá del ritmo que tuvo el mismo y de las fricciones que por momentos se vieron. El juez se equivocó en algunos fallos, pero expulsó bien a Godoy por doble amarilla.
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