Escribe:
Juan Manuel Gorno
La segunda derrota consecutiva de Alumni, vista con las diferencias en la tabla y desde el escenario donde se registró, estuvo dentro de los parámetros esperados dentro de la categoría, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes del equipo villamariense en la capital provincial, donde no pudo sumar puntos a lo largo de la temporada.
Sin embargo, una derrota más le abre la puerta a la preocupación, no sólo con respecto a la tabla de posiciones, en la que Alumni se encuentra complicado, sino también en el rendimiento colectivo de un equipo que, como el año pasado, tiene errores que le quitan puntos.
El domingo, contra Talleres, la formación villamariense volvió a ser superada en el primer tiempo, como le pasó en los tres partidos anteriores, ante Racing, Sportivo Belgrano de San Francisco y Juventud Unida de San Luis. Y esto, sin dudas, invita a una reflexión.
La agresividad que tuvo en los primeros encuentros del año, imprimiendo su potencial de arranque y sin especulaciones, apenas se vio en los primeros instantes del duelo contra la “T”, en la que el equipo se apropió de la pelota, la jugó con criterio y llegó al gol, mediante el olfato inagotable de Carlos Herrera. Pero después, mucho le costó al conjunto fortinero tomar protagonismo, buscando los espacios para atacar y asociándose en tres cuartos de cancha.
Está claro que, esta vez, algo fue diferente porque el entrenador Víctor Riggio resolvió jugar con enganche y dos delanteros y, a la par de los volantes del centro (Sergio Zanabria y Ariel Mascambroni), colocó a dos laterales con menos vocación ofensiva que los salientes Renato Riggio y Román Strada. En consecuencia, el “Tano” plantó un equipo con mayores recaudos.
Lo concreto es que Alumni estuvo “encerrado” en su campo durante gran parte del primer período, un poco por el empuje del rival y otro porque el equipo villamariense no supo qué hacer con la pelota cuando la recuperaba.
El despeje largo para el aguante de Leonardo Abálsamo y las corridas de Herrera fueron una constante que dejaron de ser sorpresa.
A todo esto, habría que preguntar por qué el propio Abálsamo (héroe en el triunfo ante Talleres, en Plaza Ocampo) se encuentra ahora sin recibir algún pase que lo ponga de cara al gol.
El domingo, sólo un centro apenas pasado de Manicero tuvo como destinatario al ex Maipú. En el resto, el grandote se las pasa peleando con los centrales y a la espera de algo que nunca llega.
Por otra parte, recién en el complemento, Alumni se acordó de jugar, con todas las letras, para juntarse arriba e intentar ser profundo, aunque muy pocas veces lo fue. Encima, perdió el partido en la última jugada, con Lautaro Pérez resbalándose antes de la marca, Herrera bajando para tapar, pero chocando con Molina y con el resto sin poder frenar la corrida de un pibe de 18 años que juega muy bien y tuvo el mérito de seguir rumbo al arco, luego de improvisar una pared con Claudio Riaño.
No obstante, no fue la primera vez que Alumni sufrió un gol de esta naturaleza. Ante Racing también recibió un cachetazo en los instantes finales, después de una acción en pelota detenida, algo que todavía es un verdadero problema para el conjunto fortinero.
En ese aspecto, desde hoy y hasta el domingo, por primera vez después de una serie de encuentros entresemana, el equipo villamariense tendrá cinco días de entrenamiento para corregir errores de cara al próximo partido, que será ante Desamparados de San Juan, en la “Placita”.
Tener un nivel bueno durante más de un pequeño lapso, con la agresividad de antes, ser ordenado para recuperar y soltarse un poco más para jugar en equipo, además de conservar siempre la concentración (sobre todo en las jugadas de pelota parada), son los puntos a tener en cuenta por Alumni. Sólo así podrá recuperar la mística que lo llevó a completar una rueda invicto, como para terminar mejor la primera fase y aspirar a demostrar que es un buen equipo en la fase reválida.