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En la fotografía, el autor de la carta del recuerdo |
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Señor director:
Me costó mucho decidirme a ponerme en contacto con un medio masivo de comunicación, luego de la tristísima noticia de la muerte de Alberto Granado, a quien conocí de chico, lo mismo que a Ernesto “Che” Guevara.
Pero ante la pena, quise rendirle un homenaje, muy pequeño, a través de los recuerdos de la infancia a mi querido Alberto, que desde alguna parte del Universo me estará viendo.
Es verdad que no compartíamos los ideales políticos, pero siempre seguiste siendo el de doña Adelina y don Tomás, el hermano de Gregorio y de Tomás. Para que te acuerdes ahora que todo lo puedes, soy aquel chiquilín que tu madre atesoraba ellá en Roma 551 de la ciudad de Córdoba. Solamente éramos cinco: Adelina, Tomás, Ernesto, Tú y yo.
Los que quedamos sabemos que fue en Córdoba donde los despedimos hacia los Andes; después se tejieron historias falsas.
Después supe de vos a través de tu padre, que me refería los diálogos con Fidel: “Mira, comandante, no vengo más que a visitar a mi Albertico y a mi nieto...”. “¿Pero que te sucede, che abuelo, tú sabes cuál es la diferencia entre el capitalismo y esto que estamos viviendo nosotros?”.
En fin, la vida misma se nos va con las historias.
Albertico, descansa en paz.
Mucho más conozco al Che, pero estas líneas son mi pequeño tributo a ti Alberto desde el recuerdo, fundamentalmente porque ustedes no permitieron que las ideas dieran por tierra con la esencia del ser humano.
¡Hasta siempre!
Ricardo Santiago Di Marco
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