Escribe: Jesús Chirino

El término “pituco”, según la Real Academia Española, es un adjetivo despectivo propio del lenguaje coloquial usado para decir que alguien es presumido. Por otra parte en algunos de los muchos diccionarios de lunfardo organizados por los cultores del tango se le da el significado de “niño bien”. También a la palabra “pituco” se le atribuye un origen relacionado con los inmigrantes de origen ruso, pues parece ser que allí la palabra netyx (pituj, con acento en la u) significa gallo y, en sentido figurado, hombre compadrito, arrogante, extravagante en su forma de vestir y sus modales. Por otra parte el adjetivo también ha sido usado en el ámbito político, citaremos aquí algunas referencias de ese uso en medios de la prensa escrita de Villa María.

Llegaron a la ciudad

El sábado 4 de noviembre de 1933 el periódico local “Reflejos” tituló, a toda tapa, “Aparecieron los pitucos”. Luego aclaraba: “El jueves se hicieron presentes en nuestra ciudad dos muchachos animosos. Les dieron su merecido, a golpe de puño. Estaban armados con cachiporras, pero dispararon como cobardes. Como siempre los largaron”.
A medida que los relojes acercaban sus agujas a las 20 horas de la tardecita del jueves, algunos jóvenes fueron concentrándose en la esquina formada por las calles Corrientes y San Martín. Todo parecía señalar que ese era un punto de encuentro previamente acordado. Unos cinco muchachos se encontraban en las inmediaciones de La Puerta del Sol, negocio instalado en el sector. Estos eran de extracción socialista y miraban, no sin asombro, como cada fascista que llegaba al punto de reunión saludaba a los otros con la mano derecha levantada. El típico saludo fascista que era contestado con el mismo gesto por los que aguardaban en el lugar. La crónica de la época señala que terminaron agrupándose en la puerta de la “Ferretería Progreso”. Del episodio se hizo eco más de un medio de prensa local y no sólo “Reflejos” hablaba de los “pitucos”, también lo hacían otros órganos de prensa. Así un periodista lo escribe para hacer referencia a “los enrolados en la pomposa Legión Cívica”.

Democráticos

A los pocos días del episodio que nos ocupa, más precisamente el jueves 9 de noviembre de 1933, el órgano oficial de la Unión Cívica Radical en Tercero Abajo, “Doctrina Radical” hizo expresa referencia a la presencia del fascismo en nuestra ciudad. El artículo decía que gracias a “la junta central del fascismo argentino, que tiene su sede en la Capital Federal, calle Charcas 1210” se estaba “constituyendo en nuestra ciudad la organización de estas hordas de regresión y barbarie”. Apuntando a los seguidores locales de esa ideología que despreciaba la democracia, los radicales agregaban “según rumores circulantes los inspiradores de esta asociación ilícita son individuos que pertenecen a nuestra primera sociedad y que se jactan de ser personas decentes y bien intencionadas, pero el solo hecho de pretender ahogar en sangre las libertades que nos legaron nuestros antepasados, refleja la vileza de sus almas y la cobardía de que se valen…”.

El medio partidario, cuya dirección y administración se ubicaba en 9 de Julio 195, agregaba “El radicalismo que encarna en su esencia la verdadera fe democrática que lo inspiró, recoge el guante que arrojan estos villanos y acepta en cualquier terreno la lucha si es que se consideran capaces de sacarse la careta de la hipocresía que cubre sus rostros y dar el frente”.

Ideario fascista

La referida Legión Cívica, a la que según la prensa pertenecían aquellos que se saludaron brazo en alto en las calles céntricas de Villa María, fue fundada en tiempos en que José Félix Uriburu estaba en el poder a raíz del golpe de 1930. El autor Federico Finchelstein, en su libro “La Argentina fascista, los orígenes ideológicos de la dictadura”, describe a la Legión Cívica como “un movimiento nacionalista paramilitar entrenado y en menor medida subsidiado por el Estado”. Si bien la denominada “revolución fascista” fracasó con el exilio de Uriburu no desaparecieron los movimientos que adherían a los pocos claros principios de los fascistas de la Legión Cívica. Entre otras cosas puede decirse que promovían un sistema corporativo, planteaban la remoción del voto universal, ponían en duda la necesidad de contar con partidos políticos viendo la democracia como algo impuesto desde lo extranjero. Por todo esto vieron con desagrado al yrigoyenismo.
En relación a su fin último, desde la misma organización se dijo: “La legión se propone crear un vínculo de permanente e inquebrantable solidaridad con las fuerzas armadas de la Nación a objeto de mantener sin solución de continuidad el estado de defensa de la Patria en lo interno y en lo externo”. La legión promovía la pena de muerte y todo aquello que en la actualidad se conoce como “mano dura”.
No mencionaremos aquí las diversas organizaciones de este tipo que tenían vigencia en 1933, sí vale la pena recordar la existencia del partido fascista argentino y la formación de su importante rama en Córdoba. En nuestra provincia llegó a organizarse el Frente de Fuerzas Fascistas de Córdoba lideradas por Nimio de Anquín que contó con miles de seguidores.

Los afiches

El sábado 26 de noviembre de 1933 el diario local Heraldo comentó cómo el miércoles anterior “los nenes del fascio local” pegaron en las paredes “carteles amenazantes, muy a tono con las bastardas pretensiones de quienes los fijaron”. En el mismo artículo se comentó que los afiches fueron despegados por otros villamarienses y se llamó la atención acerca de la inacción de la Policía que era tan celosa en otros casos, mientras que “a los fascistas se les deja maniobrar libremente a las 7 de la mañana”.
Esa actitud policial no difirió mucho de aquella que los uniformados asumieron cuando en la esquina de San Martín y Corrientes se encontraron los socialistas con los pitucos. El Heraldo dice que estos últimos “vociferaban contra la democracia, conquista de la que podemos enorgullecernos…”. En ese artículo se comenta que los pitucos venían haciendo desmanes ante la total pasividad de las autoridades. Desde el radicalismo de la época se sostenía, no sin razón, que la Policía provincial había sido entregada al fascismo. Así “Doctrina Radical” comentaba cómo la Policía de la capital provincial fue entregada al “legionario Miguel Redoni”.

¡Viva la democracia!

Continuando con lo sucedido en el encuentro de los pitucos y los socialistas en calle San Martín, la crónica señala que los primeros provocaron reiteradamente con consignas y su característico saludo de brazo en alto cuando en un momento “del grupo de socialistas se desprendió un muchacho, apenas adolescente, quien encarándose valientemente con el otro grupo, gritó: ¡Viva la democracia!”. A raíz de esa acción “uno de los fascistas se adelantó a quien lo había proferido gritando a su vez: Abajo la democracia, Viva el fascismo. Muera el socialismo”. Luego de eso continuó la trifulca, los pitucos sacaron cachiporra pero igual fueron duramente castigados por los jóvenes socialistas. El mismo artículo usando un término del lunfardo, “batilana”, señala al joven Vera Ortiz que cuando la Policía se decidió a actuar, el muchacho fascista, proveniente de la ciudad de Córdoba, acusó a los socialistas. La Policía llevó a la Comisaría a los dos socialistas y al fascista.
Este último, según “Reflejos”, fue liberado de inmediato gracias a la acción de un abogado legionario del medio.
En varias oportunidades hemos publicado acerca de las simpatías por el fascismo que han existido en Villa María en la época que nos ocupa. Pero también fue intensa la oposición que tanto el socialismo como el radicalismo local, junto a otras organizaciones, le opusieron a esa ideología y a quienes la pregonaban.
En un ejemplar de “Doctrina Radical” el partido de Yrigoyen y Alem señaló: “Ha de ser el radicalismo de Tercero Abajo el que ha de dar un ejemplo aleccionador a estos fantoches si se atreven a perturbar cualquier acto de reafirmación democrática. Fascistas y legionarios, sabed que la UCR sabrá castigar severamente cualquier atentado a los derechos ciudadanos”.
Y en verdad, en aquellos años, no fueron pocos los actos en que coincidieron elementos del movimiento estudiantil, socialistas y radicales para expresar su oposición al fascismo y la defensa de la democracia en Villa María.