Hubo cuatro asesinatos en la zona en un semestre. Víctimas y victimarios, jóvenes. Ajustes de cuentas, viejas enemistades o algún altercado que derivó en la muerte.
La jueza de Menores de Villa María, Cecilia Fernández, consideró que este cuadro “es alarmante”. “En su mayoría, estos chicos han tenido su paso por el Juzgado de Menores, tanto las víctimas como los victimarios. Incluso algunos han estado bajo el régimen de libertad asistida”, reveló ayer la magistrada al ser consultada por EL DIARIO.
- Cuando usted dialoga con jóvenes que tienen conflictos con la Ley Penal y que comenten hechos violentos, ¿qué sentimientos observa en ellos? ¿Hay remordimientos, culpas?
- En algunos casos sí. En todo esto operan dos situaciones: la deserción escolar por un lado y la droga por el otro.
- Observa la falta de educación...
- Han dejado el colegio en niveles muy bajos. Casi ninguno siquiera terminó el Nivel Primario. Y por otra parte está la droga, causa eficiente de estas cuestiones, ya sea para la comisión de los hechos o para no permitirles ver la gravedad de los actos que cometen.
Es más fuerte la necesidad del consumo que el miedo a cometer estos hechos.
- ¿En los casos en que actuó en los últimos tiempos, la droga fue el factor desencadenante?
- En algunos. En dos de los últimos homicidios, con víctimas y victimarios menores, de la lectura de los expedientes surgió que sucedieron por arreglos de cuentas. Y fueron disputas del manejo de poder en el tema de la droga. Ponen en juego quién es el más fuerte en esto.
- ¿Y cómo resurgimos en medio de este panorama?
- Cuando quienes se tienen que poner los pantalones largos, se los pongan. Al Poder Judicial llegan los casos cuando ya han sucedido. Falta la prevención, lo que le compete al Poder Ejecutivo. No funciona ni tampoco hay políticas serias de prevención.
- El año pasado, el equipo de Salud del Gobierno de Eduardo Accastello reveló datos de un diagnóstico participativo institucional sobre la droga en la ciudad, y han venido anunciando que se trabaja en este tema. Usted, ¿ha notado algún avance en la materia?
- No tengo idea alguna sobre eso. Para mí, no hay absolutamente nada. Con lo único que cuento cuando tengo que actuar es con la Casa Nazareth.
- Una institución privada...
- Sí, privada. Católica. Es lo único que existe para la rehabilitación de las personas con problemas de adicciones.
- ¿Y por qué cree que el Ejecutivo no tiene políticas en esta materia? ¿Por qué no actúa?
- Habría que preguntárselo a los funcionarios del Ejecutivo el porqué no hacen nada. Son los principales responsables de que esto esté sucediendo. Hablo del Ejecutivo nacional y el provincial. Al municipio le compete la atención primaria de la salud y brindará algunas cuestiones elementales, pero no me parece imputable a la comuna esta situación. Lo que ocurre es que hay ausencia de políticas serias que bajen de la Nación a las provincias y de las provincias a los municipios. Y si hay, algo falla porque aquí no llegan.
- Se ha pronunciado en numerosas ocasiones sobre el flagelo de la droga en los últimos años. ¿No siente que el poder político no la escucha, a pesar de su alto cargo?
- Somos muchos los que hablamos. Hemos visto cómo un ex funcionario de la provincia fue excluido de su área del tema drogadicción por sus declaraciones. Esto que hablamos es cierto, sucede. Lo palpamos a diario. Me han preguntado varias veces por qué dije que había paco en Villa María. Yo no soy policía ni ando por la calle averiguando porque no es mi tarea, pero me lo dicen los chicos. Me cuentan que hay paco. Tengo a las víctimas de las drogas aquí. Es lo que más me preocupa.
- ¿Qué evaluación realiza sobre el rol de los padres en la actualidad?
- En muchos casos los chicos son víctimas de abandono, maltrato, descuido. Después se transforman en menores que están en el sistema correccional y más tarde llegan a la Cámara del Crimen, si es que no los matan antes.
- ¿Y sobre los papás de víctimas y victimarios con los que ha dialogado?
- Muchas veces tienen pocos recursos. Llegan muy angustiados, no saben qué hacer. Se sienten expulsados. Y también tienen miedo.
Diego Bengoa