“Cristina Fernández es un desastre total. Argentina está conociendo la peor forma de peronismo: populismo y anarquía. Temo que sea un país incurable”. Lo dijo Mario Vargas Llosa (foto) al diario Corriere della Sera de Italia y fue difundido en el mundo, mientras aquí el pueblo festejaba el Bicentenario.
Palabrerear no es sólo un abuso de los charlatanes de cualquier rubro o clase; también palabrerean individuos notables. Y hasta escritores que no conformes con el oficio de escribir libros -y buenos- se afanan por desescribirlos con declaraciones orales no necesariamente iluminadas. Esa temeridad les provee de un correlato de polémicas y arrebatos, de los cuales aunque no salgan espiritualmente ilesos salen beneficiados en la recaudación de sus derechos autorales. El mercado nunca premia los silencios: premia los escándalos.
El premio Nobel Vargas Llosa ha sido invitado a inaugurar con un discurso la próxima Feria del Libro de Argentina. Invitación que produce una quiebra en la hasta hoy continuidad protagónica de autores locales. Que un español (también peruano, aunque esto ya no se sabe en qué escala) altere la tradición de la Feria puede que tenga una lógica de pertenencia: ya que las más importantes editoriales de nuestro medio son españolas. Y Vargas Llosa es, acaso, el escritor preferido del Grupo Prisa (diario El País, más de 500 emisoras en su país y en el mundo, y una de las más importantes editoras de libros). Sobre todo la idea de invitarlo a inaugurar la Feria debe haberse inspirado en su incesante vocación por hablar pestes sobre los gobiernos populares.
Incluyendo al actual Gobierno argentino entre sus destinatarios más empecinados. Este es un año electoral con su consiguiente intensidad de debate, y a los organizadores de la Feria, siempre sagaces, les debe haber parecido oportuno tener un Vargas Llosa de cuerpo presente. Aún más tras sus otras recientes diatribas hacia el país y a sus mayorías populares por elegir mal a sus gobernantes. “La fuerza oscura, que hace medio siglo llegó a arrastrar a la ruina a una tierra entre las más ricas del mundo, está aún en movimiento en la Argentina”, es otro de sus fraternos comentarios. Hay tantos como para llenar un container. Desde ya, aquí las corporaciones mediáticas dominantes, principales soportes con el mundo comercial de la Feria, deben estar degustando por anticipado ese ingrediente cultural opositor. Un bocatto di cardinale, que va derechito -y bien derechito- hacia el Gobierno. Acaso fue demasiado emocional la postura de rechazo ético propuesta por Horacio González, director de la Biblioteca Nacional. La presidenta- rápida, visionariamente- lo convenció de retirarla. En este contexto una golondrina, “una visitadora” no hacen verano. Otros intelectuales -contradiciendo a los muchos firmantes del rechazo por izquierda- adujeron entre varios motivos la idea comparativa de que con ese criterio lo hubieran rechazado a Jorge Luis Borges. Pero Borges, aparte de no estar en condiciones de hablar desde un palco, es argentino y no hubiera trasgredido el criterio histórico de la Feria. La comparación no es pertinente, es forzada. Si a la Feria la inaugurara Marcos Aguinis, por ejemplo, desde el punto de vista de la tradición es razonable.
Lo que no parece ser forzado sino gustoso es la decisión de las autoridades de la Feria al elegir a Vargas Llosa. ¿Con esos antecedentes orales contra el actual Gobierno Argentino quién más adecuado que él para inaugurarla? Buen signo de diplomacia y concordia, ¿no? Tómese esto como sarcasmo. Hacia ellos, los organizadores, hay que enfocar la lente, no hacia el invitado.
Se puede ser un intelectual de izquierda y de derecha, el problema es cuando se sale del libro y se pone en palabrero.
La presidenta no se merece al Vargas Llosa injurioso, pero menos se merece que por él se la asocie a la censura ni al escrache.
Orlando Barone
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