“Si no les ponemos coto a los excesos de los poderosos y a sus socios instrumentales, el proceso democrático retornará a su viejo y pobre disfraz de una oligarquización ya vivida, asentada en la exclusión social y en la violación de los derechos humanos. Esto no es un vaticinio sobre el futuro, es una advertencia sobre el presente.”
Juan Carlos Portantiero
Para 1976, Guillermo Walter Klein era apoderado en Argentina de dos de los principales bancos extranjeros que operaban en el país; luego del golpe de Estado, se convertía en la mano derecha de José Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía del Gobierno Nacional. Desde este puesto tomaba créditos millonarios a tasas usurarias con los mismos bancos a los que representaba, incrementando la deuda externa de 5 mil millones de dólares a 45 mil millones de dólares.
Esto que acabamos de relatar podría ser un dato económico más, pero no lo es. Constituye la principal motivación de civiles y militares para propiciar el golpe de Estado más sangriento del que se tenga memoria en nuestro país. Pocos como Rodolfo Walsh denunciaron, con tanta exactitud, las motivaciones económicas del genocidio y las atrocidades cometidas. En su mítica Carta Abierta a la Junta Militar, Walsh sostiene que, “en la política económica de ese Gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes, sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. “Dictada por el Fondo Monetario Internacional -continúa diciendo-, según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o Chile (…), la política económica de la Junta solo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la US Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete”.
Como puede verse, muy tempranamente, Walsh había desnudado las verdaderas causas del golpe del 24 de Marzo de 1976 y los alcances del mismo. Ya nada sería lo mismo a partir de aquella fecha: las políticas implementadas por la dictadura tendieron a fortalecer las bases de dominación interna y externa, a fragmentar a las clases populares, a individualizar las conductas sociales y a rearticular las formas constitutivas de la sociedad. Para llevar adelante esta estrategia de poder, la dictadura debió desarrollar una política represiva y económica de “tierra arrasada”, y mientras secuestraba, asesinaba y desaparecía personas, endeudaba y desindustrializaba al país, reducía los obreros industriales, clausuraba la acción sindical y estudiantil, y bloqueaba las formas de expresión social y política del conjunto del pueblo.
Se inauguraba un proceso regresivo
De esta manera, la dictadura cívico-militar instaurada en 1976, resolvía el empate hegemónico entre los sectores dominantes en los ámbitos político, económico y cultural y de las masas populares, inaugurando un proceso regresivo para las clases subalternas, que serviría de base para las políticas neoliberales que se aplicaron posteriormente en la Argentina con su secuela de privatizaciones, desocupación, flexibilización laboral, desindustrialización y extranjerización de la economía, miseria, endeudamiento externo, etcétera.
Fue con la Junta Militar de 1976 que se sentaron las bases del cambio significativo de la estructura social argentina. Allí quedó echada la suerte de los sectores populares y la gran mayoría de la clase media, no sólo en lo inmediato y en lo económico: en el proceso de exterminación de 30 mil compañeros, también se perdió una generación que hubiera sido, seguramente, la de los dirigentes de hoy.
Cambia, todo cambia
A treinta y cinco años de aquella decisión brutal de las clases dominantes de imponer un gobierno a través de su brazo armado, la situación es absolutamente diferente. Los gobiernos del ex presidente Néstor Kirchner y la actual mandataria Cristina Fernández de Kirchner han logrado reinstalar altos niveles de legitimación de la representación política de sus gobiernos, colocando nuevamente al Estado como referente en la articulación de las relaciones entre el capital y el trabajo y de los vínculos sociales de los argentinos. Ya no son las corporaciones económicas ni los organismos económicos internacionales quienes dirigen las acciones de la “Casa Rosada”. El tipo de sociedad democrática y participativa que se construye día a día, con enormes dificultades, se asienta de modo simultáneo en la vigencia de las libertades públicas y los derechos individuales y en una forma de vida colectiva que reclama valores de igualdad. Esto es, acumulación de derechos civiles, políticos, económicos y sociales para las mayorías. He aquí lo que articula el pasado y el presente con el futuro: la memoria militante, que reclama continuar con la búsqueda de verdad y justicia para todos, sumada a la lucha por mayor inclusión social y distribución equitativa de la riqueza que todos producimos. He aquí, lo que nos permite sostener en las calles: “Ni un paso atrás” en este camino colectivamente construido.
Gerardo Russo,
Partido Justicialista de Villa María
Les arrancaron la vida luchando por un mundo mejor
Hoy se cumple el 35º aniversario del golpe cívico-militar más sangriento en la historia de nuestro país. Toda una generación de jóvenes militantes, detenidos-desaparecidos. Jóvenes que ¡NO DIERON LA VIDA luchando por un mundo mejor... sino que SE LA ARRANCARON! Ellos querían vivir, ¡amaban la vida!
Sí, han pasado muchos años de dolor, angustias, incomprensión. Si bien la herida por la pérdida de lo más preciado que tiene una madre -un hijo- jamás se cerrará, tenemos la satisfacción de poder compartir muchos logros, entre otros, JUSTICIA. Desde ya legal, jamás por mano propia.
Por la lucha inclaudicable de Madres, Abuelas de Plaza de Mayo, familiares, sobrevivientes del horror, ex-presos políticos exiliados, militantes y porque encontramos un presidente, Néstor Kirchner, nuestro "otro hijo" -que tomó por primera vez a los derechos humanos como política de Estado, política que continúa nuestra querida presidenta- logramos anular las Leyes de Impunidad.
La Corte Suprema las declara anticonstitucionales y ¡por fin! pudimos empezar a juzgar a los genocidas en nuestro país.
Estamos viviendo días históricos, nunca nos imaginamos que llegaríamos a vivir para poder compartir, y alegrarnos hasta las lágrimas, esta JUSTICIA por tantos años exigida.
Lamentablemente han quedado en el camino muchas compañeras de lucha, pero estoy segura que desde donde estén, junto con nuestros hijos, también están disfrutando de estos logros.
Las Madres estamos tranquilas, sabemos que no estamos solas, sabemos que ya podemos empezar a pasar la posta a tantos jóvenes, a esta juventud maravillosa que tenemos, juventud comprometida, militante, que continuará nuestra lucha, la de nuestros hijos, cuando ya no estemos.
Taty Almeida,integrante de Madres de Plaza de Mayo
Línea Fundadora
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