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Ricardo Darín e Ignacio Huang en “Un cuento chino” |
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Un cuento chino
El cuento chino se remite a algo mentiroso y poco creíble. Lo diferente en la película de Sebastián Borensztein, el hijo del recordado Tato Bores, es que está basado -peculiarmente- en un hecho real.
Bah, digamos, inspirado en una noticia extraída de un diario -nunca creas todo lo dicen- donde se comenta que a una joven china la mató una vaca que cayó del cielo. A partir de esta historia increíble se ha armado una ficción que ha sido definida como distinta, novedosa y llevadera.
Que por si fuera poco, cuenta con un contrapunto actoral entre el inefable Ricardo Darín y un joven chino (Huang Sheng Huang o Ignacio Huang, para los amigos). Con precisión de relojero suizo, Borensztein -cuya ópera prima fuera la comedia absurda "La suerte está echada"- maneja los tiempos de la trama eficientemente, puesto que cuando el filme tiende a caerse, resurge nuevamente con una situación reidera o dramática. Y siempre manteniendo un ritmo que aparenta ser cansino, acompañando a un rudo personaje poco comunicativo y otro que no habla español.
Tragicómica sin excederse, la película muestra el costado cómico cuando llega a su punto exacto y lo dramático cuando es solicitado por la trama.
Lo trascendental del filme remite a una amistad que se consolida al saberse las tragedias de ambos. El ferretero hosco es un ex combatiente de Malvinas, descreído y resentido, que ha bloqueado todos sus afectos mientras que el chino es huérfano, está solo en Argentina, sin señales de sus familiares y sin plata.
El discurso del rey
Puntillosa como todo lo que pueden realizar los británicos, El discurso del rey se circunscribe a tres personajes: el rey tartamudo, su esposa y un actor fracasado que atiende "problemas del habla".
Dentro de este eje se mueve con situaciones, diálogos y anécdotas inteligentes, que desde un principio toma un ritmo que se mantiene hasta el final. Aleatoriamente se asienta en el soporte histórico de la época, donde lo más notable (otra anécdota) es cuando Jorge VI, observa a Hitler dando un discurso vehemente, preconizando lo que estaba por venir, y estableciendo lo inverso de su ascenso al poder. Hitler logra todo a partir de su oratoria, Bertie (Jorge VI, interpretado por Colin Firth) hereda el trono tras la muerte de su padre y la abdicación de su hermano Eduardo VIII y tiene problema con su oratoria.
Un filme meritorio que se remite sólo a la anécdota de un rey tartamudo.
Las lecturas de Shakespeare de parte de Lionel Logue (Geoffrey Rush), sientan el origen del habla inglesa nacida en El Renacimiento, para tomarlo como base de sus clases, y reencausar al rey en su fonética. Asimismo la película contempla a la radio como el nuevo interlocutor comunicacional de masas, ("ahora habrá que ser actor en vez de rey...", dice Jorge VI) y de allí lo importante de que el rey hable locuazmente, para alentar a una Inglaterra en la entrada a la Segunda Guerra Mundial. Una historia sencilla entre un aristócrata y un plebeyo, donde un problema fonético es una cuestión de Estado.
La película "El discurso del rey" obtuvo doce nominaciones a los Oscar y ganó cuatro: a la mejor película, mejor director (Tom Hooper), mejor actor (Colin Firth) y mejor guión original (David Seidler).
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