Fueron dos horas y media y alrededor de 27 temas. Resultó un show extendido desde pasadas las 21.40 hasta las 0.15 en el cual él irrumpiera en el escenario con su vestimenta típica de bombín, chomba y levita negra y jean rojo. Ante el público no había nada de decorado, sólo sus músicos y su persona. ¿Hacía falta más?
Apenas dio sus primeros pasos, la audiencia comenzó a delirar. Admiradores de diferentes edades cantaron al unísono los temas de su repertorio que empezó con "Esta noche contigo", "Tiramisú de limón", "Virgen de la amargura", "Ganas de…" para luego despachar su saludo: “Buenas noches, Córdoba, cordobita, cordobesa. Antes que nada queremos darle nuestras conmovidas gracias. Nosotros habíamos terminado una larga gira y pensábamos en la nueva hasta que comenzaron a llamarnos. Y es que ¿cómo carajo se niega uno a volver a Córdoba?”, para luego afirmar “que las bandas irlandesas que vayan a La Plata, nosotros venimos a Córdoba”, en referencia directa a U2.
Con el mismo tino aseguró que el show iba a parecerse al de la visita anterior y que ellos, los músicos, iban a devolver un poco de aquello que les ha dado el público “con canciones compartidas”.
El cancionero, a pesar de cumplir del todo con su palabra, continuó con "Medias negras", "Aves de paso" y "Peor para el sol". En otro momento de confesiones públicas admitió haber trabajado muchos años y gastado fortunas “para tener la voz de Goyeneche, sin conseguirlo aunque otra voz bien varonil que sigue viva con 92 años es Chavela Vargas”. La frase fue preludio a "Por el boulevard de los sueños rotos".
Antes que sonara un homenaje a Argentina y a Boca Juniors como "Dieguitos y Mafaldas", comentó: “Sé que aquí se dividen entre Talleres y Belgrano, que sería como en Chubut que se dividen entre peronistas… y peronistas”.
La lista siguió con "Llueve sobre mojado", con intervención de su músico Jaime Asua, "El rock’roll de los idiotas" (en la voz del tecladista histórico Pancho Varona), "Yo quiero ser una chica Almodóvar" (en la hermosa interpretación de su coreuta Marita Barros) y la continuación con "Y sin embargo te quiero", de Isabel Pantoja junto a "Y sin embargo", uno de los momentos más románticos de la noche.
En el promedio del show "Joaquinito" se puso a recitar su poema "Alrededor no hay nada" para dar paso a "Nos sobran los motivos" y proseguir con clásicos como "Peces de ciudad", "Una canción para la Magdalena", "Eclipse de mar", "Con la frente marchita", y "Todavía una canción de amor", comentando de paso que se la había llevado Calamaro del bar donde la había escrito muchos años atrás.

“No quiero el Suquía sin ti”

Piezas memorables como "19 días y 500 noches", "Princesa" y "Noches de boda" coronaron el recital formal, entre amagues de despedida y regreso al escenario. En esos interludios, Sabina tuvo tiempo de cambiar partes de la letra de "Contigo" al cantar: “Yo no quiero el Suquía sin ti” y “Lo que yo quiero cordobesas de ojos tristes, es que mueran por mí”.
El final, en rigor, lo selló con "Pastillas para no soñar" y su consejo a los que quieran vivir cien años, que es lo mismo a no hacerlo como él. Pongamos que hablo de Joaquín, del genio de Ubeda, el "gallego argentino", el que sigue divirtiéndose a sus 62 años regalando guiños pícaros a su multitud seguidora. El que deleitó con su simpleza, el creador de varios himnos, el que hizo reír y enamoró cuando hacía falta. El que cuando llegó a cantar “Y nos dieron las diez” acotó: “Ojalá volvamos a vernos Córdoba, ojalá”. Su público fiel, por lo bajo, le respondía: “Ojalá, ojalá que así sea Joaquín".

Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO