Un Jesús de tres metros de altura. En el centro y bien arriba, observándolo todo. A los costados, San Pedro, San Pablo, San José (Segundo Patrono de la ciudad), San Pío X (Patrono de la Diócesis de Villa María), San Francisco de Asís, Santa Teresa de Avila, Santa Rosa de Lima y San Juan Bosco. Las nueve estatuas dan aires de solemnidad y sacramento, mejorando la mística. Debajo, el cuerpo de la fachada remite al clasicismo manierista de las grandes basílicas romanas. Diagrama con columnas y arcos multiplicados, equilibrio geométrico y de estilos. De fondo, mosaicos venecianos protegen la cúpula inmensa, rematada por una cruz de hierro. El color azul da idea de agua, simbolizando “la gracia divina”.
Desde plaza San Martín, el cuadro se percibe majestuoso. La Catedral Inmaculada Concepción, joya arquitectónica de la ciudad, deleita con su afuera. Sensaciones que crecen automáticas, al redescubrir con ojo atento las maravillas de los interiores.
Universo artístico
Las puertas, imitación en cedro paraguayo de las de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, están abiertas.Tras atravesar el umbral, un universo de arte y talento creador explota. Algunos feligreses rezan y se encomiendan a Dios. Pero la mirada del visitante está ocupada en el friso de la nave central. Allí, ocho telas al óleo realizadas en París, representan pasajes de la vida de María. Desde la Natividad a la Veneración, la obra de Fray Guillermo Butler acapara admiración en colores pasteles. Otros ornamentos de notable atractivo se multiplican en las naves laterales, rematadas por bóvedas de crucería. Cerca del techo sobresalen los vitrales multicolores. El formato general del templo está perfumado de estilo bizantino.
Continuando hacia el centro, aparece el altar con todos sus ornamentos y símbolos religiosos. El imán queda arriba, en la cúpula. Allí, las pinturas del enorme Fernando Bonfiglioli descansan eternas. Son paisajes alegóricos del Reino de los Cielos, con frases bíblicas y tonalidad celeste haciendo juego.
Sin embargo, para ver las producciones más importantes del artista local, habrá que bajar la cabeza. Las referencias aparecen hacia los extremos de los cruceros, delante de la primera fila de asientos. A la izquierda, la composición inspirada en el Sagrado Corazón de Jesús. A la derecha, en María Auxiliadora. La primera nos habla de los momentos cardinales de la pasión de Cristo. La segunda, de María y su auxilio a los cristianos, con una escena de la batalla de Lepanto (en la que la armada cristiana venció a los turcos paralizando su inserción en Europa). Estas dos creaciones son consideradas los murales más grandes de la provincia. Fueron hechas “al temple” (con clara de huevo y tintas naturales) y cada una llevó un año de trabajo.
El legado del eximio pintor se extiende al fondo de las naves laterales: a la derecha destaca el fresco de Santa María Goretti y, a la izquierda, el Bautismo de Jesús en el río Jordán. Sobre los arcos, los espacios vacíos denotan obras sin terminar. Bonfiglioli caía enfermo. Jamás podría retomar aquella deslumbrante labor.
Cronología
Nace como proyecto en 1874. Su construcción se inicia en 1891. Fue consagrada en 1894. En 1908, de la mano del presbítero Pablo Colabianchi, experimenta un giro en su arquitectura y decoración. A fines de la década del ‘20 sufre grandes destrozos, a causa de un ciclón que azotó la ciudad. Sobre el final de la década del ‘40, Bonfiglioli toma las riendas de la decoración interior. En 1957, se crea la Diócesis de Villa María, y la antigua Parroquia adquiere título de Catedral. En 1979, el arquitecto Carlos Pajón se hace cargo de una nueva remodelación.
Pasaron décadas enteras. Y mucha agua debajo del puente. Hoy, la Catedral brilla más que nunca.
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