La cirugía de la obesidad, o "cirugía bariátrica", ha experimentado en los últimos años un vertiginoso crecimiento en el país, y en la provincia de Córdoba, acorde al incremento en los índices de sobrepeso de la población en general.
Gracias a su confiabilidad y a los notables resultados que experimentan los pacientes operados, las distintas técnicas quirúrgicas disponibles han ganado terreno, posibilitando a muchos pacientes resolver una enfermedad de difícil solución a través de métodos convencionales tales como dietas o medicamentos.
Sin embargo, la cirugía es sólo una herramienta que ayuda a los pacientes a retornar de manera paulatina su peso normal, pero representa también una magnífica oportunidad para incorporar cambios en el estilo de vida que sean duraderos para toda la vida.
A continuación detallamos los 10 principales mitos en relación a la cirugía bariátrica...
Mito 1: la cirugía resuelve la obesidad mágicamente. La cirugía de la obesidad, en rigor, no tiene nada de mágico. Es simplemente una herramienta que ayuda a los pacientes a resolver su exceso de peso. Los mejores resultados se alcanzan cuando el paciente se deja ayudar por un grupo interdisciplinario de profesionales con experiencia en este tema. El verdadero cambio a largo plazo se logra cuando el paciente se concientiza y modifica sus conductas alimentarias para toda la vida. La cirugía bariátrica no "cura" la obesidad sino que permite "controlarla" Dado que se trata de una enfermedad crónica, la tendencia a aumentar de peso va a estar presente toda la vida. Esto se explica en que el metabolismo de las personas es diferente. Hay individuos que tienen facilidad para gastar la energía que incorporan a su organismo, y otros que se especializan en guardar la misma. El paciente obeso, precisamente, tiene facilidad para almacenar la energía, y esa situación metabólica lo va a acompañar toda la vida. Por eso insistimos en que la cirugía debe ser seguida por un proceso de cambio definitivo en los hábitos del paciente.
Mito 2: cualquier técnica quirúrgica permite resolver el problema. Existen muchas técnicas descriptas para la obesidad severa que actúan a través de mecanismos diferentes. A su vez, los pacientes llegan a ser obesos a través de hábitos alimentarios diferentes. Para ser más gráficos: podemos decir que hay personas acostumbradas a ingerir grandes volúmenes de alimentos una o dos veces por día, y otras que "picotean" a lo largo de todo el día. Evidentemente hay cirugías que actúan mejor en cada uno de estos casos planteados. Por este motivo, los mejores resultados se logran, a partir de la correcta elección del tipo de cirugía para cada paciente.
Mito 3: la cirugía es tan riesgosa que es preferible seguir "sano" con mi obesidad. Es importante señalar que toda cirugía implica un riesgo. En el caso de la bariátrica, el riesgo está aumentado porque tratamos pacientes que traen todos los problemas que arrastra la obesidad. Sin embargo, hay que saber que la obesidad severa por sí misma implica un riesgo muy importante para la salud de las personas afectadas. Se sabe que la expectativa de vida a largo plazo es mucho menor ya que la obesidad acarrea enfermedades tales como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, el hígado graso, y problemas respiratorios y cardiovasculares, entre otros, que condicionan negativamente la calidad de vida. Por este motivo la clave radica en la preparación previa al quirófano. Se trata de llegar al momento de la operación con un "riesgo controlado" que permita corregir todos los problemas y así llevar al paciente en las mejores condiciones a la sala de cirugías. Es evidente que esto se relaciona directamente con la experiencia y profesionalismo de los expertos que llevarán adelante este proceso.
Mito 4: si el estómago se achica, no voy a tener ganas de comer. Esto no es así en todos los casos. Si bien la mayoría de las técnicas quirúrgicas incluyen un achicamiento del volumen del estómago, algunas no actúan sobre el deseo de comer. Una buena operación sería aquella que, además de permitir el ingreso de un volumen menor de alimento, te quite el deseo de comer. Las cirugías de este tipo actúan disminuyendo bruscamente el nivel de unas hormonas potentes llamadas grelinas, que precisamente se relacionan con el deseo de comer.
Mito 5: una vez operado voy a resolver mi obesidad por mi cuenta. Hay que tener en cuenta que el paciente llegó a tener un grado severo de obesidad solo y a su manera. Realizada la cirugía, el primer desafío es bajar de peso, es decir, eliminar el exceso de peso almacenado en reservas grasas. Esta etapa tiene un "período de oro" que corresponde a los primeros meses, en donde se logra un descenso importante. Pero está comprobado que los pacientes que no se supervisan en este período inicial pierden en promedio un 30% menos de su exceso, frente a aquellos que sí lo hacen. Por eso es primordial transitar este proceso acompañado por profesionales experimentados que ayuden a sacar el máximo provecho al período posoperatorio hasta alcanzar el objetivo.
Mito 6: mientras más rápido se baje, mejor. El descenso de peso debe ser lento y progresivo. Si bien la mayoría de los pacientes operados logran una brusca pérdida inicial de kilos, pretendemos que esta etapa sea paulatina. Es necesario aportar al paciente una dieta que contenga una cantidad adecuada de proteínas y minerales, para evitar que en este proceso pierda su masa magra, que es la carga de proteínas que su organismo tiene. Idealmente un paciente debe bajar un 50% de su exceso de peso en los primeros seis meses tras la operación, y luego paulatinamente el resto hasta alcanzar a los 12 ó 18 meses el objetivo planteado. Por esto es necesario supervisar toda esta fase para lograr un descenso de peso saludable.
Mito 7: con bajar determinada cantidad de kilos es suficiente. Muchos pacientes llegan con la expectativa de bajar algunos kilos y te dicen "yo con bajar 20 kilos voy a estar bien". En realidad, siempre se establece un valor de peso "ideal" de acuerdo al sexo, altura y contextura física que representa el nivel de peso en el cual el paciente está exento de riesgos de salud por su obesidad. A partir de allí se define el nivel de exceso de peso en kilos, y los resultados se valoran midiendo el porcentaje de tal exceso que va logrando eliminar cada paciente. Como ejemplo, a un paciente que pesa 170 kilos pero cuyo peso ideal debería ser 70, le están sobrando 100 kilos. En dicho caso, apuntar a un descenso de 20 kilos es dejarlo exactamente en la misma situación que lo llevó al quirófano. Por lo tanto, no sería correcto hablar de kilos sino de porcentajes de descenso en relación al sobrepeso establecido. En nuestra experiencia acompañamos al paciente para lograr una pérdida de peso no menor al 70% - 80% de su sobrepeso.
Mito 8: la cirugía no puede ser boicoteada. Esto no es así. Cualquier paciente operado puede "boicotear" la cirugía, malogrando los resultados a largo. La mayoría de las técnicas quirúrgicas incluyen un "achicamiento" de la capacidad del estómago, de modo que el volumen de alimento que puedan ingerir sea menor. Sin embargo, alimentos de alto valor calórico como chocolates, helados y dulces en general, pasan sin problema a través de este nuevo estómago, malogrando los resultados de la cirugía, dado que estos pacientes justamente tienen facilidad para almacenar calorías.
Mito 9: el rápido descenso permite retomar de inmediato a las actividades físicas. El aporte de la cirugía mini invasiva nos permite ofrecer a los pacientes un período de recuperación cada vez más corto (tres días de internación y un período variable de reposo posterior). Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de que se realiza a través de incisiones mínimas, se trata de una cirugía compleja que requiere un tiempo de adaptación. En cuanto a la actividad física, dado que la masa muscular ha estado relegada en el paciente obeso, el retorno a su práctica debe ser gradual y supervisado para evitar lesiones musculares tales como desgarros o esguinces innecesarios. En este marco, insistimos en que los descensos importantes de peso arrastran masa muscular, y no sería conveniente retomar la actividad física sin un período de entrenamiento previo que devuelva al músculo su peso específico mediante una ejercitación paulatina.
Mito 10: como ya bajé de peso, puedo volver a comer de todo cuando quiera. Uno de los mayores desafíos una vez alcanzado el objetivo es el mantenimiento del peso alcanzado. Hay que entender que la obesidad es una enfermedad compleja en la que coinciden factores hereditarios, hábitos alimentarios y físicos, además de condicionantes psicológicos. Esto significa que existe una fuerte historia de malas costumbres alimentarias y de asociaciones incorrectas entre distintos estados de ánimo con la comida (comer cuando se está ansioso, angustiado o simplemente aburrido). Por esto ayudamos a los pacientes a transitar este cambio controlando todos los aspectos que los llevaron a ser obeso. Se trata de dejarse ayudar para instalar hábitos alimentarios y físicos que puedan perdurar toda la vida.
Dr. Norman Jalil
MP 19.398
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