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Los dos Aimar, Andrés de Estudiantes y Juan de Alumni, en uno de los tantos duelos que tuvieron durante el partido |
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Una noche sublime, fantástica, épica vivió Alumni en Río Cuarto, de esas que sus hinchas atesoran por un largo tiempo, más allá de algún comentario de café de la mañana. Porque si el futuro depara que el club debe quedarse en el Argentino A, mucho tendrá de clave la victoria de 4-3 que alcanzó el equipo en el clásico ante Estudiantes, por la importancia de los tres puntos y la forma en la que se expuso una verdadera hombría, como para contrarrestar lo que falta a veces en Plaza Ocampo.
A pesar de los pesares, Alumni sepultó adversidades con su gran poder de gol, como en otras tantas oportunidades, aunque esta vez el asunto tuvo más relevancia porque el rival ganaba bien, 2 a 0 y el equipo villamariense terminó goleando, incluso cuando Estudiantes parecía que volvía a lastimarlo.
La emotividad del encuentro arrancó temprano y el fútbol tuvo su punto máximo de ebullición en grandes pasajes, por el corazón que imprimieron sus protagonistas y la cantidad de goles que cambiaron los ánimos de un lado a otro.
Estudiantes tuvo efectividad plena en el primer tiempo, ya que marcó el 1-0 en su primera llegada, a los 5 minutos, con la fórmula que menos le gusta a Alumni, el tiro libre. Andrés Aimar metió el centro bajo y Guillermo Tambussi puso el botín para cambiar la trayectoria y salir a festejar.
Alumni, con una línea de cuatro en el fondo, cuatro volantes, un media punta y un punta, tuvo el poder de la pelota, pero lateralizó demasiado, sin profundidad, y cayó en la redes de su rival, que presionó detrás de la línea media para salir rápido de contragolpe.
Si bien hubo un par de chances que generó Carlos Herrera, Alumni careció de inteligencia en esos primeros 45 minutos y equivocó los caminos.
Gatto estuvo cerca de convertir el segundo, en un tiro que tapó con el pie Jonathan Scalzo, luego de un contragolpe. Y por la misma vía, con Alumni adelantado, el local volvió a lastimar a los 35’, cuando Guillermo Puñet le robó una pelota a De Bruno y terminó habilitando a Tambussi, quien definió sin problemas ante la salida del arquero.
Para el complemento, Víctor Riggio pateó el tablero. Sacó a dos defensores, bajó a Zanabria y mandó a la cancha a un volante y un delantero, volviendo entonces al sistema que más utilizó en el año. Le fue bárbaro.
Juan Aimar, habilitado por Herrera, estuvo cerca de descontar a los 6’, pero su disparo reventó el travesaño. Y luego Román Strada ganó un penal, a los 9’, para que “Falucho” pusiera una luz de esperanza con una definición exquisita.
Entonado por el gol, el equipo del “Tano” fue más testarudo que nunca. Y en otra incursión ofensiva, Herrera se encontró con De Bruno, quien le devolvió una pared perfecta.
“Falucho”, quien se encuentra en un momento excepcional, puso el 2 a 2 con otro remate soberbio que lo depositó en lo más alto de la tabla de goleadores del Argentino A.
Sin embargo, mientras los simpatizantes de Alumni celebraban el empate parcial, Andrés Aimar (el más lúcido del local) puso a Martín Dopazo en gran posición; el volante remató y Scalzo falló en la atajada. 3 a 2 para Estudiantes y volver a empezar.
Herrera volvió a ser decisivo con una corrida por izquierda que terminó en centro y, por detrás de todos, el “Tanito” Riggio tuvo tiempo de bajarla y rubricar el 3 a 3, a los 17 minutos.
Hasta allí, el clásico era un hervidero sensacional, propio de las mejores batallas futbolísticas que se pueden observar en estos días.
El triunfo estaba a pedir de los dos equipos y Strada lo supo. Por eso, a los 22’, el once de Alumni se filtró por la izquierda con su velocidad y envió un centro que rozó en Morsino y descolocó al arquero José Mancinelli. 4 a 3.
Tras cartón, Morsino se fue expulsado. Alumni “trabajó” muy bien el partido y Estudiantes se derrumbó como nunca antes, acechado por el fantasma del descenso.
Los cientos de simpatizantes villamarienses celebraron al final por la gran noche del equipo, cuyos jugadores terminaron abrazados al alambrado que los separaba de esos grandes testigos de rojo y blanco. La felicidad volvía a tener el nombre de Alumni.
La figura
Carlos Herrera, una vez más, se hizo enorme por su peso individual y su poder de gol. También se destacó el "Tanito" Renato Riggio, inteligente y sacrificado en el medio. Otro que brilló fue Román Strada, por su velocidad y el desequilibrio que tuvo desde la izquierda.
El árbitro
Leopoldo Gorosito, referí de Río Colorado, tuvo varias fallas, entre las que se destaca el "haberle perdonado la vida" a Juan Salort, por una falta para amarilla cuando se encontraba amonestado. Igual el árbitro no influyó en el resultado y se equivocó parejo para los dos equipos.
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