Parece un chiste que este señor que permanentemente tiene una sonrisa en su boca, cumpla hoy 101 años. Y que, encima, se presuma que pueda tener más, porque un siglo atrás y en su lugar de nacimiento muchos padres anotaban a sus herederos ya en edad escolar.
Apolonio Carrizo vive en barrio San Juan Bautista. Es padre de 28 hijos, de los cuales 12 son fruto de la relación con su única esposa. De esos 12 fallecieron algunos y uno de ellos decidió traérselo a su casa de Villa María. El vivía en el monte, en la zona de Sumampa, en Santiago del Estero. Había nacido en Puesto de Rojas, en la misma provincia.
Tiene más de 30 nietos y hasta perdió la cuenta de cuantos bisnietos.
Junto a su hijo Salvador, su nuera y sus dos nietas, Johana y Laura, además del novio de una de ellas, se sentó en la mesa de su comedor y recibió a este matutino.
Se mostró sonriente durante toda la entrevista. Le costó oír: quizá es lo único en que la vejez se hace sentir. Por lo demás, todo marcha muy bien.
“Se queja muy de vez en cuanto por cosas menores, como un dolor de rodillas, nada más”, cuentan sus familiares.
Barre la vereda, se la pasa sentado bajo la sombra del árbol, observa el ir y venir de los vecinos. En su dieta, todo está permitido. “Come de todo”, se ríen sus nietas.
Se hace el té solo. Hasta se lava alguna prenda. “No molesta para nada, es un santo”, resalta su nuera.
Dicen que hasta puede quedarse solo, porque se sabe manejar muy bien.
Hace 25 años que Apolonio enviudó. Cuenta que tiene “una linda vida, ando bien, he hecho de todo un poco, siempre en el campo, en los criaderos”.
¿Qué es lo mejor que le pasó en tantos años? La pregunta lo deja reflexionando. Y luego, no duda: “Sigo viviendo y no me muero. Esto es lo increíble”, confiesa entre risas.
Su hijo asegura que aún a esta edad corta leña y “carnea liebre”.
Mira los noticieros con pasión. No sabe leer, pero hojea a menudo EL DIARIO. Le gustan Los Simpsons y El Chavo del ocho.
No le interesa el fútbol.
Dice que ve “bien” al país.
¿Cuál es su secreto para estar así? El dice que tiene pensamientos positivos. “Pienso bien, me pienso bien”, remarca.
Su buen espíritu es destacado por su familia y además se pone en evidencia a cada instante.
Hoy festejará sus 101 años con un condimento súper especial: para la celebración llegará de Buenos Aires uno de sus hijos, al que no ve desde hace más de cuarenta años.
Todos en esta casa esperan esta jornada con alegría y emoción.

"Especial"

Sus dos nietas son sus soles. El tiene debilidad especial por Johana. Se miran con ternura. Ellas dicen que “él es muy especial para nosotras” y agradecen “tenerlo con vida”.
“Para mí, mis nietas son una gran cosa. Y mi nuera es una flor de señora, que me cuida siempre”, subrayó él.