En la intersección de calle Corrientes y avenida Mitre, un antiguo y señorial edificio reposa con pose de quien se sabe importante. Es la Casona Pereira y Domínguez, uno de los puntos más emblemáticos de Villa María. Todos los miércoles se celebran allí las sesiones del Honorable Concejo Deliberante.
Sin embargo, el foco hoy no estará puesto en cuestiones políticas. Será un paseo por sus atributos estéticos, su valor cultural y su historia. En cada una de las materias, hay virtudes que contar.
Con mucho estilo
Como su nombre lo indica, fue erigida por don Joaquín Pereira y Domínguez, uno de los llamados “refundadores” de la ciudad. Algunos años después del nacimiento oficial de la hoy tercera urbe de la provincia, el oriundo de España realizó una compra masiva de terrenos a Manuel Anselmo Ocampo, por entonces propietario del conjunto. En uno de ellos, levantó la casa que hoy lleva su apellido. La majestuosidad de la vivienda buscaba transmitir la confianza personal en el desarrollo de estas tierras. Fue terminada en 1884.
Basta con observar la fachada para reconocer aquellas intenciones. De estilo neoclásico, su construcción estuvo inspirada en las residencias romanas. Las cuatro columnas de porte corintio, portales, marcos, muros y cada una de las terminaciones, revelan la jerarquía del lugar. Al ingresar, la escalera y barandas hechas con mármol de Carrara incrementan la elegancia. Lo mismo hacen los balaustres (formas que soportan las barandas de la escalera y la terraza).
Adentro, la decoración deja entrever la influencia francesa, sin dudas un antojo de su primer propietario. Aquí las columnas también son protagonistas, dotando a las galerías de aires de distinción. El primer pasillo comunica tanto al principal recinto del Concejo, como a las habitaciones contiguas, donde otrora funcionaban los distintos aposentos del hogar.
Detrás, un patio de servicio comunicaba con la cocina, cuartos de servidumbre y demás áreas pensadas para sostener el modo de vida del dueño y su familia. Se estima que otro patio, pegado al primero, servía como cochera y caballeriza. Con mirada atenta, el visitante puede remontarse en su mente hacia aquellas épocas doradas.
Hoy por hoy
Actualmente, la imagen principal encierra las bancadas de madera de estilo sumamente anticuado, con el escritorio del presidente coronando la misma.
Las sesiones se desarrollan aquí desde 1983, por lo que el resto de los espacios están ocupados por las oficinas de los representantes de la ciudadanía y demás escritorios administrativos. Antes, la mansión sirvió como sede del Obispado local y luego como biblioteca pública.
Los muros son robustos, de un imponente espesor. Así pueden soportar sin problemas el sistema de bovedillas del techo... Y el peso histórico de la casa insignia de la ciudad.
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