Hace ya bastante tiempo que se escucha hablar del aumento creciente de la operación cesárea para resolver el nacimiento. Este hecho hace que se presente como interrogante cuál es el mejor método para nacer. Esta intervención, que se utilizaba en los tiempos de la época romana para salvar la vida del feto cuando la madre ya no tenía vida, se convirtió hoy en día y gracias al avance de los conocimientos médicos, en un medio para salvaguardar la vida del feto y de la madre cuando existe un riesgo.
La preocupación no está centrada en si es bueno o no practicar una operación cesárea cuando es necesaria, sino en cuál es el índice ético que debiera manejarse. Esta intervención quirúrgica que se indica como una alternativa de último recurso, se está convirtiendo con el pasar de los años en el método más usado, por sobre el parto, para traer nuevas vidas al mundo.
Nos preguntamos cuáles son las causas que han llevado a que haya más nacimientos por cesárea que por vía vaginal sabiendo que existen razones que indican que el parto natural es más favorable. Encontramos causas que tienen que ver con el sistema, con la comodidad y la planificación, con la rentabilidad, con deseos de la embarazada o la falta de apoyo del entorno, miedo a las demandas judiciales, con una sociedad que está muy acelerada, con personas que no logran respetar la decisión médica y la ponen en tela de juicio, con fechas de parto inventadas (imaginadas) por la embarazada y su entorno, falta de confianza en el equipo médico y las instituciones, entre otras.
Existen también tres causas que favorecen la práctica del parto vaginal: naturales (el embarazo y el parto son procesos naturales que se desarrollan por sí mismos); económicas (la operación cesárea implica más gastos); y médicas (la cesárea es un tratamiento, tiene indicaciones precisas, su único objetivo es asegurar la salud de la madre y el bebé cuando existe algún riesgo para alguna de las partes o para ambos).
En la decisión de un médico, en primer lugar, participa como fin el bien de su paciente, en el caso de un parto, la salud de la madre y su hijo. El médico entonces tiene que elegir cuál medio, en este caso cuál vía de parto, conducirá en mejor forma a obtener una madre y un recién nacido sanos.
Aquí y con esta afirmación se puede explicar el fenómeno de menos cesáreas en el sector público. Existen tres causas: en el sector público existe un mayor riesgo de infecciones posoperatorias por lo que pone en evidencia la ventaja de un parto vaginal, el médico que atiende a la mujer en trabajo de parto no siempre es el que la ha seguido durante toda la gesta y por ello muchas veces no la conoce y por último, la autonomía de la embarazada está relegada a la última expresión.
Lo contrario pasa en los centros privados en donde las complicaciones posoperatorias son menores y la madre tiene una autonomía mayor.
Defender el parto vaginal por ser un evento natural está muy bien, pero también hay que reconocer que frente a una complicación la cesárea que aparece en términos de proteger la vida y la salud de la madre y el recién nacido, debe ser bien recibida.
Es por eso que cuando hablamos de cesáreas o partos vaginales hay que hacerlo con conocimientos. En la decisión de cuál va a ser la vía por la que se producirá el nacimiento siempre tiene que primar la opinión médica y no un criterio económico o naturalista, se debe optar por el bienestar de la madre y del recién nacido.
Debemos educar e informar para que a la hora de coincidir con el profesional sea desde la verdad y no sobre un colchón de dichos populares.
Hay que implementar medidas que fortalezcan el deseo de la paciente y del médico por obtener un parto vaginal.

Viviana de los Ríos
Preparadora de Partos
Taller Gestación
vdga@arnet.com.ar