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Olga Carra, con 80 años de edad, es un ejemplo de tesón y responsabilidad |
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Perseverancia, voluntad, tesón y unas insaciables ganas de aprender y conocer, son las virtudes que Olga E. Carra dice haber puesto en juego en cada instante de sus 80 años de existencia.
Esas nobles características de "no dejar nada sin hacer", son las que sin dudas, la han llevado a un presente que puede sorprender a muchos pero no a ella.
Ayer y con un 9 como calificación final, Olga aprobó la última materia que le restaba para obtener el título de profesora de Lengua y Literatura otorgado por la Universidad Nacional de Villa María.
Acompañada por familiares y compañeros de curso, la notable mujer, tras superar el examen final, hasta vivenció el tradicional rito que se les practica a los egresados con huevos y harina.
"Todas las cosas que hice me trajeron a este lugar", reflexiona la mujer que comparte sus días con las familias de sus dos hijos, cinco nietos y un bisnieto.
"La carrera me la tomé muy en serio y gracias a Dios he contado con todo el apoyo de profesores y compañeros. Han sido muy amables conmigo, brindándome aliento y contención", manifestó la novel profesional docente en diálogo con EL DIARIO.
Más allá del reciente logro obtenido, Olga conoce del esfuerzo y las metas cumplidas.
A lo largo de su vida, esta cabralense casada durante 52 años con el reconocido tallerista Juan Martino (falleció en 2004), participó durante 20 años del Teatro Estable y obtuvo su certificado oficial como profesora de Italiano, antes de completar el Nivel Secundario en el año 2000.
De yapa, Olga ya lleva escritos siete libros. Lo notable es que recorrió en sus producciones bibliográficas casi todos los géneros (policial, drama, ficción, infantil, biográfico e histórico), incursionando también en la redacción de obras teatrales y poesía.
La prolífica e incansable dama que conoce de desafíos, recordó como su obra más lograda la investigación que realizó en torno a la vida del padre Hugo Salvato.
Admiradora del inolvidable sacerdote y ferviente católico, dedicó dos años a un paciente trabajo para ilustrar la obra de Salvato.
"En estos once años de carrera, he sufrido varias enfermedades y problemas, pero nunca dejé de ir a la Universidad. Veo a muchos jóvenes que ante el primer escollo abandonan. Yo, en cambio, no dejo nada sin terminar", insistió.
"A todos les digo que no hay que dejarse vencer, mientras tengas vida tenés que dar lucha", remarca.
Al hablar sobre cuáles fueron sus estrategias para desempeñarse exitosamente en las aulas del Profesorado.
“Vea, no hay más secretos que leer, meditar y resumir (muchas veces) el contenido de los libros” que ella prefiere en papel y no en formato digital.
“Los chicos me dicen que haga cosas en la computadora, que es más rápido todo. Yo me niego terminantemente, leer tocando un libro estimula la imaginación y las ideas, eso es clave para aprender”, esboza.
El final de la entrevista va llegando y la protagonista de esta historia anticipa que “no piensa quedarse de brazos cruzados”.
“Si me llaman de la Universidad para trabajar voy con todo gusto. También podría hacer la Licenciatura”, expresa entre sonrisas.
“Sinceramente, después de lo vivido durante todos estos años, sólo me queda morir en paz. Me gustaría que mi fin sea sin advertencias y menos que un susurro”, recalca en tono poético, antes de concluir lanzando un sabio consejo: “Por más piedras que tenga el camino, lo importante es saber levantarse después de haber caído. Nunca darse por vencido, es mi mensaje y lo sé por haber vivido siempre de esta manera”.
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