Es la época en la que Vietnam cede el paso a las flores y a los ácidos, las barricadas y las revueltas van cediendo espacios a pronunciamientos pacifistas. En ese entorno, el virtuoso guitarrista Jimmy Page es testigo de la disolución de "The Yardbirds", grupo del que formaba parte y que sirvió de trampolín a Eric Clapton y a Jeff Beck. Durante el verano del 69 conoce a Robert Plant, un solista en bandas ignotas y un apasionado como el mismo Page del blues y de los sonidos de la costa oeste de EE.UU.
A partir de ese momento comienza a forjarse la carrera musical del rock más impulsivo y a la vez refinado que paralelamente supo hacer sonar también, sus sonidos reposados y rurales. Plant recluta como baterista a un corpulento compinche suyo, sumo bebedor y aporreador incansable de los parches, para sumarse al proyecto, John Bonham. El bajista, en cambio, sería un viejo conocido de Page, músico y arreglista de estudio con el que coincidió en algunas sesiones, John Paul Jones, el menos vistoso de los cuatro pero abocado a un papel esencial sobre todo a partir del desarrollo de su trabajo con los teclados. Keith Moon, el baterista de los "Who" y amigo personal del grupo en formación, bromea un día con ellos sobre el vuelo de "un dirigible de plomo". Y así es como la banda es bautizada Led Zeppelin. El comando comercial del conjunto, le es confiado a un tal Peter Grant, responsable en gran medida del meteórico ascenso de la banda. Peter propone y dispone de una magnífica labor de mercadotecnia, una estrategia que ha de revelarse como sistemática para finalmente alcanzar el gran objetivo, la conquista del mercado norteamericano. Grandes giras, discos bien dosificados, promoción demoledora y gran dosis de prensa. Led Zeppelin fue en este aspecto, paradigma de la industria, puesto que la mirada clarividente y comercial que los ungía era muy puntual y acertada, el muy competitivo mercado estadounidense. En enero del 69, tras unos pocos conciertos a título de engranaje, sale a la venta "Led Zeppelin I" que les coloca en una esfera que ya no abandonarán y que marca al mismo tiempo los lineamientos básicos de sus futuras grabaciones, esto es, temas propios preferentemente brutales, con alguna excepción exótica o lírica y también alguna que otra incursión por los terrenos del blues y el folk tradicionales. Antes de que se acabe 1969, abandona el estilo que adoptó en su primer larga duración para conmover al público con su avasallante canción titulada "Whole lotta love" (Un montón de amor, en español). El tema se convierte automáticamente en uno de los excesos gloriosos de la historia del rock, dejando a su paso una huella profunda de oídos atormentados, hoteles destruidos, groupies exprimidas y promotores aterrados.
En nuestra ciudad, por aquellos años, las diferentes manifestaciones en materia de entretenimiento y comunicación ya constituían un hecho irrefutable. Un puñado de entrañables recuerdos enriquecen la memoria y las vivencias del responsable de esta entrega semanal. La difusión de noticias y música a través de la "Cylter" (propiedad de Julián Lisa) con sus altoparlantes ubicados en algunas esquinas del casco céntrico y sus tradicionales locutores, Rolo Ghezzi, Juan Dutto, Omar Maneh, Surghi entre otros. Y los emprendimientos cinematográficos de las familias Cravarezza y Fiorano completando el panorama de entretenimientos para la comunidad de toda la región. Inolvidable experiencia vivimos los melómanos villamarienses cuando en 1972 (ó 1973) el cine Premier proyectó por primera vez el film "Let it be" (desprendimiento del álbum de los Beatles, o viceversa) y más adelante la experiencia se repitió en el Broadway.
Hasta la próxima.
Atilio Ghezzi - Especial para EL DIARIO
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