Las mañanas de otoño parecen sentirse.
Se escuchan los pájaros y la estación aún está vacía.
En un rinconcito detrás de los baños habita "El Viejo", un perro flaco entrado en años, pero que en su juventud pintó ser un gran guardián. Y sí que lo fue.
Su pelaje marrón gastado, pelado en partes, hace juego con su blanca barbilla y el espinazo que amenaza salirse. La gente empieza a circular, algunos corren a cargar nafta, otros van por café y el diario y "El Viejo" con su andar cansado se confunde entre ellos, pero no parecen advertirlo.
Ya no puede disimular el dolor en sus huesos, aunque más le duele el alma por la indiferencia. Su quejido se mezcla con el ruido de la muchedumbre.
¿Cómo llegó allí? Nadie lo sabe, sólo apareció de repente, para quedarse. Lo adoptó como hogar esperando el cariño de alguien que vele por su suerte... que no es mucha.
Hoy apenas camina y su mirada triste y cansada parece a despedida.
(Dedicado a "El Viejo" de la Petrobras)
Tomemos conciencia de que conviven con nosotros seres indefensos como "El Viejo" en estado de abandono. Sólo debemos tomarnos un minuto, detenernos y mirarlos. Mirar nuestro interior. Si te conmueve y sensibiliza el sufrimiento de un animal y brindas tu ayuda para revertirlo, te convertirás en una persona grandiosa, con cada vida que salves. Ellos te necesitan.
Asociación Protectora de Animales "Sarmiento"
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