Escribe:
El Peregrino Impertinente
Bendita sea nuestra Argentina, que a lo largo y ancho de su escultural silueta ofrece no sólo ombúes, gauchos y soja, sino también una serie de Parques Nacionales que son envidia del mundo entero. Se trata de áreas protegidas cuyo fin último es salvaguardar diferentes especies de flora y fauna, en medio de paisajes realmente fabulosos. Claro que para ello, sus administradores cobran una entrada que todos debemos pagar religiosamente.
Lo peculiar del asunto, es que las tarifas a abonar se dividen en un importante número de categorías. Según el lugar de residencia, edad, profesión y nacionalidad (entre otros etcéteras) de la persona, corresponde un importe a desembolsar. En el Parque Nacional Iguazú, por ejemplo, los precios son los siguientes: extranjeros residentes en países del Mercosur: $70. Demás extranjeros: $100. Niños de entre 6 y 12 años: $20, niños extranjeros $70, argentinos mayores de 12 años: $40, si son residentes en Misiones: $15, si son estudiantes universitarios: $15, si son jubilados: $15, si son jubilados residentes en Misiones: $10, y así.
Pero peor va a ser cuando empiecen con las categorías nuevas: dominicano que vive en Catamarca y que tiene entre 23 y 47 años: $65. Argentino residente en Misiones aunque también pasa buena parte del año en un chalecito que tiene en Mar de Ajó, estudiante: $37. Argentino de padres húngaros, que vive en país limítrofe que hace mucho que no clasifica a un mundial, de estatura mediana, docente: $41. Niño menor de 9 años, jubilado: $7,50.
Yo hace poco, cuando vi el cartel con tantos precios juntos, me sorprendí. Y para hacerme el gracioso, pregunté: “Oigame, yo ando mal de una pierna ¿Nno tienen tarifas para cojos?”. La vieja que atendía me miró seria: “No muchachito, aquí no es lugar para hacer esas chanchadas”. Y bueno, es lo que hay.
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|