La contaminación del río Ctalamochita y otros recursos hídricos de la región por pesticidas y plaguicidas, ha motivado el trabajo investigativo de un grupo de profesionales de la Universidad Nacional de Villa María y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Tratando de "evaluar las repercusiones ecológicas del uso masivo de agroquímicos en la región", el equipo encabezado por la doctora Carolina Morgante monitoreó durante el mes de marzo once diferentes puntos del río Ctalamochita, Cuarto y los afluentes de ambos.
Con las muestras extraídas de los cursos de agua actualmente procesadas en el laboratorio, Morgante indicó que "a partir de estos resultados se podrá determinar si existen residuos de estos compuestos que exceden los niveles máximos permitidos por la reglamentación vigente".
En cuanto a la pesquisa científica desarrollada, la investigadora (que es acompañada en la iniciativa por la doctora Carina Porporatto y la becaria Romina Bachetti) precisó que "se están estudiando al menos treinta residuos de plaguicidas organoclorados y organofosforados (herbicidas, insecticidas y otros) que fueron seleccionados por ser los que más se utilizan en la región o por su gran persistencia en el ambiente".
"Estos son compuestos químicamente estables y su velocidad de degradación es lenta. Una vez introducidos en el ambiente por la actividad del hombre están sujetos a una serie de procesos de conversión y transporte pudiendo contaminar el suelo, y otros ambientes como sedimentos, aguas superficiales y subterráneas", agregó la doctora.
"La contaminación de sistemas de agua dulce es una problemática actual de relevancia, ya que produce un severo deterioro de la calidad del agua", consideró la investigadora consultada por EL DIARIO.
Bacterias como posible remedio
Con la detección del problema ambiental en franco proceso de comprobación, el grupo de científicos ya tiene ideada una propuesta de solución al delicado dilema ecológico.
Como alternativa, los integrantes del grupo de investigadores proponen “la biodegradación de compuestos tóxicos empleando organismos vivos como las bacterias”.
El sistema, según destacó la reporteada por este medio, “se constituye como una opción de interés debido al bajo costo del proceso y la mayor flexibilidad operacional”.
Para el éxito de este proceso llamado "bioremediación", Morgante señaló que "es necesaria la selección adecuada de las especies bacterianas que demuestren a escala de laboratorio su eficiencia en la degradación de plaguicidas".
"En el laboratorio ya contamos con aislamientos nativos capaces de crecer en altas concentraciones de 2.4D y atrazina”, puntualizó la especialista directora de la investigación.
“Actualmente se están realizando experimentos para seleccionar a los más eficientes para ser empleados en futuros programas de bioremediación de ecosistemas acuáticos contaminados", advirtió para concluir.
Vale indicar que en el proyecto también participan alumnos que cursan la carrera de Ingeniería Agronómica en la UNVM e investigadores que provienen de otras universidades nacionales.
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