Sus historias son diferentes, pero todas concluyen en lo mismo: una profunda vocación de servicio los llevó a abrazar esta profesión esforzada, pero como ellos mismos dicen, muy gratificantes.
Por el Día del Enfermero, EL DIARIO dialogó con siete trabajadores del Hospital Pasteur que cumplen sus servicios en la terapia y en el internado de adultos, quienes hoy, junto a todos sus compañeros, brindarán en su lugar de trabajo a las 11 para celebrar su día y por la noche, en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), organizado por el gremio, también celebrarán con una cena animada por Oscar “Negro” Páez, para cerrar la jornada bailando.

@ Cable a tierra

Contra toda especulación, los enfermeros aseguran que tienen un trabajo gratificante. Justo ellos, que están en contacto con el dolor y la enfermedad a diario. “Lo que pasa, es que no hay nada más lindo que ver un paciente recuperado. Cuando se va sano a su casa, uno sabe que tuvo mucho que ver en su proceso de mejoría”, indicaron los profesionales de la salud.
Elda Godoy, de 56 años de edad y 25 de enfermera; Vicente Miranda, de 40 años y 18 de profesión; Sergio Galoni, de 44 años “y una pila de tiempo trabajando en la salud”; Nancy Marín, de 41 años y 23 de trabajo en la salud; Ana Pedraza, con 25 años de profesión; Delia Fabro, de 50 años y 28 de trabajo y Marta Basso, quien lleva 15 años como enfermera son los que prestaron testimonio en la nota.
Ellos son los responsables no sólo de administrar la medicación de los pacientes, sino de su confort y en muchos casos, de su compañía. “La verdad es que en general, el paciente te trata bien. Los familiares, algunas veces no tanto”, indicaron.
Entienden que por ahí reclamen más servicios. “Lo que pasa es que los gobiernos prometen cosas y la gente, que tiene sus derechos, los reclama. El único problema es que se los reclama a los que tiene a mano, a los que le ven la cara, que somos nosotros”.
Ellos saben que en general, las políticas de salud en la historia y en todos los ámbitos, brillaron por su ausencia. “En general el trabajo no te cansa, porque para mí, es un cable a tierra. Vos ves otras personas que sufren y te ponés las pilas para estar bien, dejando los problemas de tu casa atrás”, dijeron. “Pero lo que sí te cansa es el sistema. Hay mucha burocracia y también está el problema que te tenés que arreglar con lo que tenés, con los elementos que hay”, replicaron.
Algunos son auxiliares, otros enfermeros profesionales y muchos, licenciados en Enfermería. “Hoy es importante capacitarse. Las cosas están cambiando y no sólo la carrera hay que hacer, sino la formación permanente”, dijo. Pese a los diferentes niveles de formación, no hay diferencias en las tareas de unos y otros. Todos atienden íntegralmente a los pacientes.

@ Historias

Elda Godoy se acercó al ámbito de la salud al estar en contacto con las necesidades de los otros como bombera. “Fui la primera mujer bombera de General Deheza”, dijo. Hoy, está cerca de jubilarse “y la verdad, es que no sé cómo voy a resistir sin los pacientes”.
Vicente Miranda empezó como empírico y trabajando, se formó académicamente. “Primero fui auxiliar, luego profesional y después, hice la licenciatura en la Universidad Nacional de Córdoba”.
“Después de todo el camino recorrido, si tuviera que volver a elegir una profesión, elegiría otra vez la enfermería”, aseguró.
Sergio Galoni también comenzó como bombero, trabajó en la ambulancia y luego, como enfermero. “Siempre traté de ayudar a la gente”, dijo.
Nancy Marín asegura que “salvo para ser madre”, no serviría para otra cosa. “Me gusta mucho mi trabajo, porque no sólo le tenés que dar la medicación al paciente, sino acompañarlo”, señaló. “Cuando terminás tu turno e hiciste todo lo posible -que siempre te parece poco- decís misión cumplida”, agregó.
Ana Pedraza comenzó trabajando en el Hospital Vidal Abal y si bien ahí disponen de un solo enfermero que está a cargo de un pabellón por las noches -por lo menos en la época en que se desempeñó Pedraza- le gusta mucho afrontar la responsabilidad “de cuidar la salud del otro, acompañándolo, siendo un poco quien lo escucha, como si uno fuera el psicólogo del paciente además del enfermero”, dijo.
Delia Fabro relató que comenzó “contra viento y marea” para elegir la profesión que eligió.
“En principio, me peleé con mi familia porque no querían que fuera enfermera. Algunos lo ven mal, como si fuera una deshonra, pero a mí me gustaba e insistí. Hoy, al verme contenta con el trabajo mi madre, por ejemplo, que era la que no quería que fuera enfermera, aconsejó a mis hijos que siguieran el mismo camino. Y hoy, ellos también son enfermeros”, afirmó.
Marta Basso trabajaba en un hospital, pero como cocinera. “No estaba segura que era mi vocación, porque empecé a estudiar de grande porque quería saber como era. Y ahí me di cuenta que toda la vida quiero ser enfermera”, dijo.
Atravesó dificultades para estudiar, con tres hijos a cargo y un trabajo. “Pero estoy feliz del camino recorrido”.
@ ¿Por qué se celebra hoy?

Desde enero de 1974, por petición del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) se celebra el 12 de Mayo el Día Internacional de la Enfermería, al ser éste el aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, nacida en Florencia en 1820 y fallecida en Londres en 1910.
Nightingale fue considerada la creadora de la enfermería moderna y la autora del primer modelo conceptual de enfermería, que trascendió hasta hoy.
Ella difundió la definición de enfermedad “como el camino que utiliza la naturaleza para desembarazarse de los efectos o condiciones que han interferido en la salud” y a la salud, como un indicador que no solamente se refiere a estar bien “sino a ser capaz de usar bien toda la energía que poseemos”.