Escribe
Cristina Quinteros (*)
“Un enfermero es el profesional de la salud al servicio de la comunidad. Está capacitado para prestar servicios en la prevención de las enfermedades, promoción, protección y recuperación de la salud, así como en la rehabilitación ya sea individual, familiar y comunitaria.”
Alcanzar la madurez profesional no está relacionado a la edad cronológica, sino a nuestras competencias, que incluyen:
Conjunto de conocimientos, desarrollo de saberes, destrezas, aptitudes necesarias, actitud y experiencia suficientes para insertarse con éxito en la vida, ejercer la profesión y resolver problemas en forma autónoma, ser flexible, capaz de colaborar e insertarse en el equipo de trabajo y en la organización de pares que los representan.
La competencia resulta de un saber actuar. Para que ella se construya es necesario poder y querer actuar.
Cuidar implica una manera de ser, de mirar, de pensar, de actuar, de aprender, de compartir y trabajar con el otro. Que incluye adquirir conocimiento, experiencias que nos permiten generar nuestra propia cultura social y profesional.
Para la Real Academia, “cuidar” significa “poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo”. A esto la enfermería tiene muy interiorizado. El enfermero -no importa su edad- siempre se referirá a la profesión como generadora de cuidados.
Si un enfermero, licenciado, profesor o jefe cree que sus funciones y tareas se limitan a realizar bien su trabajo, está incurriendo en un error conceptual. Queda claro que la vida asociativa de la profesión está estrechamente relacionada con el desarrollo científico y social.
Debemos entender que el sentido de pertenencia forma parte de la socialización del individuo y de las necesidades primordiales de cada uno, lo que implica sentirse aceptado, valorado y respetado por la comunidad a la que pertenece, saberse partícipe e identificado con la misma.
Por ello, básicamente debemos pertenecer a nuestra propia comunidad, que es la organización natural de enfermería para generar un lugar agradable, que nos contenga, donde todos queramos participar, enriquecernos, cuidarnos y sentirnos seguros. La seguridad aumenta la autoestima y la autoestima alta produce seguridad.
@ Orgullosos
El viejo paradigma de pertenecer erróneamente, se asocia a sacrificio, como si fuera algo malo o una carga.
La pertenencia y participación deben ser por convicción, nunca por obligación ni por sumisión, respetando los límites de criterios y conciencia de cada uno.
El deber ser es libre, consciente, solidario. Se debe sentir y disfrutar en los silencios del espíritu, la felicidad del deber cumplido.
Los profesionales enfermeros son un sector estratégico en la sostenibilidad del sistema sanitario, en el presente y en el futuro, porque no hay nadie que pueda acercar mejor la realidad que los mismos enfermeros. Se reconocen como la columna vertebral de la mayoría de los equipos de atención de salud en el mundo y que prestan sus servicios no siempre en las mejores condiciones técnicas y estructurales, pero siempre dispuestos a ayudar a quienes lo necesitan.
El Consejo Internacional de Enfermería dedica este año el Día Internacional a “resolver la desigualdad, aumentar el acceso y la equidad”.
Por este motivo, se ha editado el documento en el que se recuerda el papel de la enfermería, además de las grandes desigualdades, por acceso y equidad, que existen en el mundo en relación a la atención sanitaria.
El documento manifiesta que las restricciones del acceso también pueden incidir directamente en la calidad de la atención y advierten que la escasez de enfermeras y otros recursos humanos de salud, sigue siendo una barrera muy fuerte que frena el acceso adecuado a los servicios de salud en muchas partes del mundo.
Así manifiesta que es necesario “desarrollar mecanismos de financiación y financieros que traten de resolver las desigualdades en la salud y promover el acceso para los pobres o personas o desfavorecidas”.
En cuanto a lo que se refiere a la profesión, destaca que es necesario una formación eficaz y el desarrollo de capacidades con una dedicación al constante desarrollo del aprendizaje, para que las enfermeras puedan dispensar cuidados accesibles que fomenten la equidad y estén libres de discriminación.
El desafío de hoy es, sin dudas, la formación responsable y bajo líneas legales del recurso profesional de enfermería, donde el futuro profesional se lo instruirá para tener capacidad de pensamiento crítico y estratégico con valores humanos, morales, éticos, además de una gran sensibilidad social, con flexibilidad para adaptarse a los cambios sociales, políticos y económicos y de ofrecer y dar calidad en un ámbito de justicia distributiva, en el cuidado de la sociedad toda, hablando de una educación humanizante donde el hombres es tomado holísticamente.
Debemos recordar que Dios nos ha dado la oportunidad de servirlo a través de esta profesión y concedido virtudes imprescindibles para desarrollarla.
(*) Coordinadora del Instituto del Rosario, Profesorado Gabriela Mistral, Escuela de Enfermería
Cecilia Grierson
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