Los productores tienen razón, quién lo duda. Ellos necesitan 1,20 peso como mínimo por litro de leche para tener un margen aceptable de rentabilidad y poder seguir produciendo más. Y se puede decir que hasta tuvieron un gesto de grandeza y resignaron parte de la rentabilidad aceptando el peso por litro que establece el acuerdo que se firmará el lunes.
Los industriales tienen razón, quién lo duda. Con el precio de la tonelada de leche en polvo a 2.400 dólares ni conviene exportar y sumado a eso, el mercado interno está caído. Todas las industrias, grandes y chicas, hicieron estudios que aseguran que no pueden pagar más que de 80 a 90 centavos el litro para poder seguir adelante con sus fábricas.
El Gobierno tiene razón, quién lo duda. Tiene que intervenir en un mercado perecedero que por sus características, no puede estar librado a las leyes del mercado, pero sin subsidiar ni a la industria ni a los productores, porque la plata de todos los argentinos debe estar dirigida a atender las necesidades de los que menos tienen.
En definitiva, todos esgrimen argumentos razonables, pero la salida que se encuentra con el “acuerdo” no hace otra cosa que profundizar un círculo vicioso que terminará perjudicando a unos o a otros y en mayor o menor plazo, al conjunto.
Idear un proyecto que integre a todos los actores de la cadena (y que sume al comercio que hasta ahora está ausente y posiblemente sea el que se lleve la tajada más grande) es el único camino para empezar a construir un círculo virtuoso que impida que en pocos años más, tengamos que importar leche de países que sí encontraron una salida viable.
Patricia Gatti