¿La cebra es blanca con rayas negras o negra con rayas blancas? Más allá de cuestiones morfológicas, varía según la percepción del observador. Realizando un paralelismo con la construcción de la noticia, los medios cercanos al oficialismo se inclinan por presentar las acciones del Gobierno nacional de manera positiva, en tanto que los opositores por hacerlo de manera negativa. Detrás de las palabras, voces e imágenes mediáticas hay intereses y modelos de países diferentes.
Estas posturas tienen visiones extremas. La de ver sólo lo positivo, connota una especie de “daltonismo informativo dúctil”, según el cual todo está bien, todo es indiscutible, todo es blanco. En el otro extremo, encontramos el “daltonismo informativo malicioso”, para el cual todo está mal, todo es negativo, todo es negro. Ambos extremos tienen algo en común: diagnósticos sesgados que inducen a decisiones erradas y descrédito de sus enunciadores.
¿A cuál de los extremos nos aproximamos? Por estos días, vivimos una puja de intereses entre sectores concentrados y populares. Las voces cantantes de los primeros son los medios de comunicación hegemónicos, que a diario pintan toda acción del Gobierno nacional en tonos oscuros. Algunos de sus comunicadores sólo emiten falsos relatos y negros presagios. Otros en cambio -camaleones- están virando hacia claroscuros y algunos lo hacen con comentarios cargados de conjunciones adversativas -peros- como intentando restringir los resultados alcanzados. ¿Cuáles son las consecuencias del “daltonismo malicioso”?
La suma de voces negativas multiplicadas por sus mismos medios corporativos logra distorsionar la mirada de otras personas que pasan a ser portadores y difusores del mismo mal, muchos de los cuales no encuentran correlato entre las quejas que propagan y lo que viven a diario, llegando incluso a quejarse de aquello que los beneficia.
El “daltonismo informativo malicioso” no discrimina, puede afectar a todos por igual y convertirnos sin saberlo en víctimas del “formateo” de medios hegemónicos. A riesgo de perder rigor analítico, pero a efectos de ejemplificar me permito recordar un diálogo con un colega que a medida que transcurría me sorprendía. Cito dos de sus argumentos: este profesional comentó que el veto presidencial a la Ley del 82% jubilatorio era injusto atendiendo a que sólo beneficiaba a los de menores ingresos. En ese momento le respondí que la ley vetada incluía también a los de mayores ingresos, por lo que de aprobarse daría lugar a jubilaciones de privilegio, aumentando así la brecha entre los que más y los que menos tienen, a la vez que provocaría el colapso del sistema. Optó por cambiar de tema y afirmó: el Gobierno se equivocó al no haber propuesto un sistema de retenciones segmentadas para los pequeños productores. Le comenté que la Resolución 125 contenía dicho mecanismo. Se hizo silencio, nos despedimos y me quedé reflexionando: ¿por qué pensamos como pensamos?, ¿cómo se construye el sentido?, ¿cuál es la incidencia de los medios en nuestras opiniones?
El filosofo José Pablo Feinmann, afirma: “La política hoy se hace a través de los medios: hay una colonización de la subjetividad. Es el poder de penetración de una ideología a través de lo mediático (…).
Hay un capítulo de Ser y tiempo de Heidegger que habla de la existencia inauténtica que es así: el sujeto no habla, es hablado; no piensa, es pensado; no interpreta, es interpretado; no ve, es visto. Ese tipo cree que tiene ideas, pero no tiene ideas, tiene las ideas de los otros”.
Los medios hegemónicos no dicen la verdad, comunican la verdad del poder concentrado, y para hacerlo se valen de diversas empresas del mismo grupo económico. Clarín agrupa más de 200 medios, así los titulares intencionales de sus diarios, se replican a primera hora de la mañana en sus radios, al mediodía toman forma de imágenes en sus pantallas televisivas, se vuelven a repetir en los programas radiales de la tarde, para multiplicarse por la noche nuevamente en la televisión. Parecen distintos medios, pero provienen del mismo enunciador; configuran así unas especies de canales portadores de intereses corporativos, que disfrazados de verdades llegan a gran cantidad de personas. Así cualquier desprevenido que parte de esas falacias, piensa, opina y decide erróneamente, a la vez que descalifica a los que tienen otra visión de la realidad. Llegamos así al punto en que lo desviado se convierte en normal y toda normalidad es sospechosa de desviación. ¿Cómo recuperar el pensamiento crítico?
José Saramago, nos dice: “Se puede mirar y no ver, se puede ver y no reparar, de acuerdo con el grado de atención que pongamos en cada una de estas acciones. Si puedes mirar ve. Si puedes ver repara”. Vivimos tiempos donde se hace imperioso ver, mirar y reparar. Reconozcamos que la cebra tiene blancos y negros, si nos la muestran monocromática, nos quieren “meter la mula”.
Beto Lorenzati
Licenciado en Administración y profesor
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