Hace unos días el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), le exigió al señor Eduardo Perrota, dueño de una prestigiosa librería local, "disculparse públicamente por ciertos textos que tenía a la venta en su local" (ver enlace: http://www.eldiariocba.com.ar/noticias/nota.asp?nid=37297).
Francamente, estoy tan sorprendido como indignado. Desde los remotos tiempos en que Noé enviaba una paloma para saber si había tierra en alguna parte, hasta los cientos de batallas memorables donde se enviaba primero espías o un pequeño contingente para medir la fuerza del enemigo, ha sido siempre una constante esto de "olfatear" cómo están las cosas, qué tan distraídos están, como para avanzar otro poquito. A esto me huele.
De otro modo no puedo explicarme que se cuestione a un librero por el tipo de textos que pueda haber en su vidriera. La democracia es el bien a defender, el valor supremo, ya que tantas ganas tienen de hablar de ideología. Si no es así, que alguien me explique, lo pido humildemente, y me saque de esta ignorancia en la que soy feliz.
Como entiendo yo las cosas, es el lector el que tiene el compromiso y el poder.
Compromiso con la vida, y por lo tanto alimentarse con aquello que pueda resultar nutritivo para su espíritu, en él está elegir lo que quiere leer.
Y poder, por cuanto ningún libro que propicie la violencia o la muerte tendría la más remota posibilidad de venta si el lector decide hacer unos pocos pasos y mirar otra vidriera.
¿Dónde está lo complicado? ¿Qué se nos está queriendo enseñar como frontera de la ideología?
Ninguno de nosotros aprueba el holocausto judío. Claro que no.
Como no aprobamos el exterminio de los pueblos originarios en América por los conquistadores españoles.
Como nos repugna, aún hoy, casi 60 años atrás, que Hiroshima y Nagasaki fueran borradas de la faz del planeta.
O la masacre en Ruanda entre hutus y tutsis o el genocidio ucraniano, por mencionar sólo algunos que también fueron cometidos contra seres humanos. Hago la salvedad por que tanto se quiere plantear el holocausto judío como la más grave afrenta a la vida que casi se nos termina haciendo creer que sólo allí murieron personas.
En fin... es lo que hay, no somos más que críos de la democracia... algún día quizás las hormonas mentales nos saquen de la pubertad y empecemos a comportarnos como adultos.
Gustavo A. González
DNI 11257801
amadablam3@hotmail.com
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