Estudiantes de la carrera de Terapia Ocupacional, que se dicta en la Universidad Nacional de Villa María, dieron a conocer las reflexiones de una paciente, aquejada por una afección crónica.
Isabel Palomares, bajo el título "No estoy vencida", expresa sus ganas de vivir y hacer, a pesar de las dificultades que le impone su estado.
"Yo sufro de esclerosis múltiple -señala Palomares- y nunca me pregunté por qué, sino que aprendí a vivir con ella. No me pregunté ‘¿por qué a mí?’, sino ‘¿por qué a mí no?’. Soy una persona terrena como cualquier otra. Sé que mi recuperación no va a ser igual a la de otras personas con otras enfermedades, sé que no voy a recuperarme completamente. Que siempre voy a tener algo, pero como dice Almafuerte, ‘no estoy vencida ni aun vencida’. Aquí estoy.
Si bien es cierto que hay cosas que me ocurrieron que nos son muy buenas, dejaron en mí una enseñanza y pude sacar lo positivo de todo.
A pesar de la enfermedad que llevo desde hace 25 años, pude realizar a lo largo de ese tiempo diversas actividades que me hicieron muy bien: hice macramé, patchwork, manteles, agarraderas, cortinas pintadas y cuadro al óleo que expuse en una galería de Cosquín. Ya en Villa María escribí el libro ‘Vivencias’ y aprendí a maquillarme luego de perder totalmente la visión. El colegio secundario lo terminé a los 48 años, con la enfermedad pisándome los talones.
Una de las actividades que más satisfacciones me produjo fue la de contar cuentos a los chicos de las salitas de 4 y 5 años del Instituto San Antonio. Les relataba cuentos obtenidos de la Biblioteca Mariano Moreno mediante una computadora que los escaneaba y me los leía.
En la actualidad esas actividades no podría realizarlas, ya que debo movilizarme en silla de ruedas. Se dificulta aun más por cuestiones económicas, por las que no me dejo dominar. Ahora estoy en la búsqueda de algo que pueda hacer con mis limitaciones. Algo que me haga bien a mí y a los que me rodean.
Cada día me siento mejor, no en cuanto a la salud pero sí por la gente que tengo a mi alrededor: mi familia, mis amigos, incluidos los profesionales que me atienden, de los que siento la solidaridad en la que me apoyo para seguir.
Cuando me encontré en el Centro Neurológico del Sudeste, para hacer rehabilitación, con las practicantes de Terapia Ocupacional de la UNVM, me pregunté ‘¿qué hacen aquí?’ Ahora ya lo sé.
Ahora sé lo que hacen, por eso digo "no estoy vencida".
Claro que no.
Agradezco a todos los profesionales, tanto doctora como terapeutas, a mi esposo "Jety" que es gruñón pero bueno, a las chicas terapeutas ocupacionales que me tienen tanta paciencia.
Quiero que todos tengan buen humor; estar en condiciones inferiores no es estar enfermo, se pueden hacer otras cosas, aprender otros idiomas y también los idiomas que no conocemos como el guaraní, quechua y alguna otra lengua aborigen.”
Las alumnas de la Licenciatura en Terapia Ocupacional Paula Gallardo, Melisa Burín, Ana Lía Rossato y la profesora Mariana Flores, agradecieron a su vez la "generosidad de todos los profesionales del Centro Neurológico del Sudeste que hacen posible que la carrera Terapia Ocupacional se nutra a través del intercambio de experiencias y conocimientos ricos para el desarrollo profesional".
"La salud se apoya y se mantiene cuando las personas son capaces de involucrarse en ocupaciones o actividades que deseen o que son necesarias.
Los terapistas ocupacionales centran su atención en hacer que el individuo se involucre con las ocupaciones teniendo un sentido y un propósito", expresaron.
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