Escribe: Juan Manuel Gorno
Es cierto que cuando los resultados son malos en el fútbol, los problemas se multiplican. Tan cierto como decir que los problemas derivan en malos resultados.
Algo de cada cosa padece Alumni, que volvió a perder el domingo, en Mendoza, y quedó en su momento más crítico en el torneo Argentino A, por su flojo rendimiento en la cancha y por sus inconvenientes afuera.
"No se puede jugar el Argentino A cuando tenés 17 jugadores en el plantel y hay otras cosas que dan bronca y que prefiero no hablar ahora", tiró el domingo Renato Riggio, uno de los jugadores más experimentados del plantel, con la derrota consumada en tierras cuyanas.
Después de esto, hubo un compromiso interno entre los jugadores y el cuerpo técnico en llamar al silencio y no desbordarse con las declaraciones.
La procesión va por dentro, pero mientras los hinchas sufren porque el Fortinero vuelve a chocar con el fantasma del descenso -como la temporada anterior- en el seno de la institución el clima es malo y contraproducente para semejante momento deportivo.
En el campo de juego, el equipo tuvo un bajón pronunciado. Lleva tres derrotas consecutivas y quedó lejos de aquel conjunto agresivo en el arco del frente, que recibía goles, pero respondía con más tantos que el rival, sobre todo en la primera parte del año.
Las constantes bajas que sufrió en su plantel el entrenador Víctor Riggio (por muchas suspensiones y lesiones) son quizás los puntos más graves que conspiraron contra la producción del once titular en las fechas decisivas. Sin embargo, tal panorama no fue sólo "el" argumento para sostener este nuevo fracaso del club en el certamen, más allá que el domingo la delegación no llegó a los 18 jugadores para presentar en Mendoza, marcando un hecho casi inédito dentro de la tercera categoría del fútbol argentino.
El pésimo inicio de temporada, con derrotas constantes, reflejó de arranque el mal armado de plantel, que se renovó este año con la llegada de cuatro refuerzos de renombre que -por lo visto- tampoco alcanzaron a ocultar la baja del doble de jugadores en la lista. Así y todo, el equipo mejoró, ganando algunos partidos importantes, pero sin llegar a fortalecer la condición de local.
En ese sentido, no hay mucho por rescatar. Alumni ganó apenas 8 de 36 partidos en toda la temporada, muy poco para soñar con "pelear algo", como alguna vez sostuvieron en la previa del certamen los protagonistas, el entrenador de entonces y la dirigencia.
Hoy, el plantel espera que los dirigentes se pongan al día (deben el mes de abril), los dirigentes esperan una reacción en la cancha de los jugadores, el cuerpo técnico espera un mayor equilibrio de las dos partes antes mencionadas y el hincha espera, desespera y sufre.
Alumni entró entonces en una etapa de tormentas. Debe prepararse para afrontar lo que venga (puede ser un partido por no descender directamente o la promoción) y esa espera tendrá que centrarse en la paz que parece haber dejado en el olvido.
La continuidad del "Tano", en principio, no está asegurada. "Voy a sentarme a hablar en estos días", dijo el técnico, mientras algunos futbolistas se muerden la lengua para no echar más leña al fuego.
En la comisión, en tanto, hay quienes se molestaron porque tomaron estado público las divergencias en cuanto al viaje a Mendoza, más allá del famoso desayuno.
La sensatez en los que se inquietan y quedan dolidos por los fracasos, deberá primar a la hora de una charla profunda y seria, ya que Alumni sigue arruinando su prestigio deportivo. Y esto, a fin de cuentas, sólo es bueno para sus rivales.
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