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“El Llanero” Heredia (aquí junto a sus defensores) interrumpió dos veces al fiscal Márquez cuando éste formulaba su alegato. El juez Gandarillas le llamó la atención y luego se calmó |
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La insólita decisión de uno de los jueces Civiles de los Tribunales de Villa María obligó a suspender ayer la audiencia final del proceso oral y público en el que comparece un vecino de esta ciudad que se encuentra privado de la libertad desde fines de octubre de 2009.
Apenas iniciado el debate, el camarista René Gandarillas informó a las partes que desde un Juzgado Civil se había dispuesto la realización de un remate en la sala de la Cámara del Crimen, razón por la cual la misma tenía que ser desalojada a las 10.15.
Esta circunstancia sólo permitió que formulara su alegato el fiscal Francisco Márquez, quien al cabo de unos 30 minutos de exposición solicitó una pena de ocho años de prisión para Pedro Lucio Heredia, el villamariense que está acusado de haber intervenido en un asalto a mano armada en una joyería de la ciudad de Oliva.
A las 9.45, cuando el presidente del tribunal le cedió la palabra a la Defensa para que expresara sus conclusiones, el abogado Eduardo Luis Rodríguez manifestó que en base al tiempo que restaba para desalojar la sala prefería postergar su exposición a los efectos de poder explayarse sin condicionamientos horarios.
De inmediato, el juez y las pares acordaron un cuarto intermedio hasta el próximo martes a las 8.30, oportunidad en que los representantes legales de Heredia (el otro letrado interviniente es Héctor Mauricio Burique) podrán alegar con tranquilidad.
“Vergonzoso”
La obligada suspensión del debate generó reacciones de rechazo por parte de las personas que se habían dado cita en la remodelada sala de audiencias ubicada en el quinto piso del Palacio de Justicia local.
Algunos de los presentes acompañaban a Heredia a lo largo de todo el proceso, en tanto que otros curiosos se arrimaron a escuchar los alegatos, que suele ser la etapa más atractiva del juicio.
Cuando fueron desalojados para que pudiera ingresar el público que iba a participar del remate, se escucharon voces que calificaron de “vergonzosa” la actitud de la Justicia por interrumpir un proceso penal -en el que hay una persona detenida- para dar lugar a una subasta, “como si en Tribunales no hubiera otro lugar para hacer un remate”, murmuraron.
Enfático alegato
La audiencia de la víspera se inició minutos antes de las 9.15 y, tras comunicar a las partes sobre la obligada suspensión del debate, el juez Gandarillas concedió la palabra al titular del Ministerio Público.
En un enfático alegato, el fiscal Márquez solicitó la pena de ocho años de prisión para Heredia por considerar que existían pruebas suficientes para tener por acreditada su participación en el asalto ocurrido el 21 de octubre de 2009 en la Joyería Wal-San de la ciudad de Oliva.
Luego de analizar el hecho, el acusador público basó su requerimiento en el testimonio de la víctima, Analía Clemente, copropietaria de la joyería junto a su marido, y manifestó que la mujer había reconocido a Heredia y no había razones para dudar de su palabra.
Advertencias
Durante sus conclusiones, el fiscal de Cámara fue interrumpido en dos oportunidades por el imputado, quien a viva voz exclamó: “¡No tenés pruebas para acusarme, soy inocente!”. De inmediato, el presidente del tribunal le advirtió a Heredia que debía guardar silencio.
Momentos después, cuando el acusador hacía un racconto de los antecedentes de Heredia (alias “El Llanero”, de 50 años de edad), este volvió a interrumpirlo y en tono irónico le dijo: “¡Ah sí, el único bueno sos vos entonces!”. Esta reacción le valió una nueva y más severa advertencia del juez Gandarillas, quien le indicó que si volvía a entorpecer el normal desarrollo del debate sería desalojado de la sala.
Muy disgustado
Finalizada la audiencia, los defensores de Heredia permanecieron un tiempo más junto a su cliente, principalmente para calmarlo, ya que había quedado disgustado con las expresiones de Márquez.
En medio de su enojo, el acusado les manifestó a sus abogados que a partir de ese momento se iba a someter a un régimen de “ayuno voluntario” en la cárcel de barrio Belgrano en señal de protesta. Sin embargo, pudo saberse que Rodríguez y Burique le hicieron entender que el pedido del fiscal no era definitivo, que aún restaba la defensa de su posición y luego la sentencia.
Ya más tranquilo, Heredia aceptó las “reglas de juego” y desistió de iniciar el ayuno que había anunciado.
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