Escribe
El peregrino impertinente
Les basta con apretar un botón para martirizar al pueblo durante horas. Llueva o truene, con frío o con calor, repiten el acto diariamente. “Play”, dice la tecla, y ellos no tienen mejor idea que ir y apretarla. ¡Será de Dios!
Sí, son los colectiveros. Esos señores de camisa blanca y corbata que se empeñan en arruinarnos el viaje proyectando en el coche las peores películas que el hombre ha podido crear. Yo no sé si lo harán con buenas o malas intenciones. De cualquier manera, las consecuencias son espantosas.
“Mirá, mirá Cacho. Alquilemos ésta con Bruce Willis, Jean Claude Van Damme y Sylvester Stallone. Se trata de tres soldados que combaten contra 19.783 milicianos chiítas y les ganan. Es gol seguro”, le dice Tito, chofer de una línea interprovincial, a su amigo y compañero de cabina. Ignora la avalancha de suicidios espontáneos que su inocente elección generará entre los pasajeros.
Más filmes
del estilo
No es que sea malpensado, pero también puede ser que los tipos encuentren en el sufrimiento ajeno algún beneficio personal. “Pepe, les alquilemos esta porquería horrible de un gorila que juega al béisbol así quedan paralizados de la indignación y no nos joden con que bajemos el aire acondicionado”, le aconseja Pancho a su compañero, consciente o no del daño irreparable que su deliberada actitud producirá sobre una cuarentena de inocentes.
Otros filmes que suelen escoger podrían abreviarse en frases como “unos locos que se quieren robar un banco, se les complica pero lo roban igual” o “dos policías muy facheros que atrapan a los malos y se levantan un montón de minas”. Terrible.
Así se pasan la vida estos trabajadores del volante, manejando, poniendo películas deplorables y pidiendo aumento. Igual, todo bien con los muchachos, eh. No vaya a ser que después me piquen el boleto.
(www.viajesimpertinentes.blogspot.com)
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