La magíster en Literatura cordobesa dicta un seminario en la UNVM: "El relato de los hechos, experimentación y compromiso". Habló del "nuevo periodismo", de la "novela histórica" y de la relevancia del autor de "Operación Masacre".

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Es uno de los hitos más fascinantes de toda la escritura moderna: el enclave en donde se cruza el periodismo con la literatura, la ficción se vuelve no ficción y la realidad es materia fundacional de nuevos relatos. Y es en esa encrucijada donde la profesora María Paulinelli ha basado su actual seminario y muchas de sus ideas sobre la escritura.
Dirigido a los estudiantes avanzados de periodismo, "El relato de los hechos, experimentación y compromiso", es una visión muy particular de la construcción discursiva en Argentina que se inicia con el cambio de paradigma del intelectual. Y María toma la figura de Rodolfo Walsh (1927-1977) como arquetípica para ese nuevo paradigma.
"A partir de Walsh se inicia una nueva manera de contar relatos" -dice María, a quien se le iluminan los ojos al hablar del autor de "Operación Masacre"- "se trata de relatos que tienen el sentido de desmitificar verdades establecidas desde el poder y proponer otra realidad, de remarcar la relatividad de la historia instituida. Y aquí llega lo del compromiso. Porque esta propuesta de Walsh implica una postura de parte del autor frente a un suceso".

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CADA EPOCA TIENE SU RELATO

-¿Las formas de narrar cambian con el tiempo?
-Absolutamente. Hay una historicidad de los relatos en el desarrollo del hombre y cada época tiene sus formas particulares de contar. A principios de siglo era una manera clásica, desprendida de todo compromiso político. En los ‘60 fue desde la militancia. Hoy, la materia narrativa más poderosa es la que proveen los hechos reales.

-¿Se perdió en Argentina la necesidad de la ficción?
-Yo diría más bien que se modificó, porque hoy la ficción trabaja con lo real, tanto en el periodismo como en la literatura. Y esto ha dado nuevos géneros como la novela documental, el espacio biográfico o la nueva novela histórica.

-¿Se puede hablar de "no ficción" y de "hechos reales" en una construcción como la literaria que no sería posible sin la imaginación?
-Mirá, el mismo Rodolfo Walsh en su libro "¿Quién mató a Rosendo?" dice que "quien quiera leer este libro como una novela policial, puede hacerlo". Es decir, Walsh propone la posibilidad ficcional de ese texto. Siempre partimos de un pacto con el lector en el cual existe la suspensión de la credulidad, pero también la suspensión de la incredulidad.

-¿Y cómo "creer" en la "no ficción"?
-Porque la no ficción siempre va a presentar elementos que garanticen que lo que se narra, verdaderamente existió. En estos momentos, la ficción es tomada como una posibilidad de aclarar dudas. Y de eso tienen conciencia los mismos narradores.

-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, "Timote", la novela de José Pablo Feinmann en que se narra el fusilamiento de Aramburu. Allí, el autor le hace decir a un personaje que la ficción nos permite clarificar aspectos que de lo contrario pasarían inadvertidos en la historia. Y yo aclararía que la ficción sirve, además, para derribar las versiones dominantes. Porque Walsh, el iniciador de la "no ficción", escribe "Operación Masacre" en 1957 para desmitificar el mito de la Revolución Libertadora y su justicia. Y lo consigue.

NUEVO PERIODISMO ARGENTINO

-Uno de los ítems de su seminario es el nuevo periodismo argentino…
-Los críticos no coinciden del todo con las denominaciones de "nuevo periodismo" o "no ficción". Pero para ser más didáctica, yo considero como "nuevo periodismo" lo que se escribe en los diarios utilizando los procedimientos de la literatura; y como "no ficción" a la novela que toma hechos reales como argumento. A la hora de analizar el nuevo periodismo en el curso, nos remitimos al diario "Primera Plana" en los ‘60 y al "Página 12" de los ‘80 con Jorge Lanata, Osvaldo Soriano y Tomás Eloy Martínez a la cabeza. Con el tiempo, estos textos periodísticos pasaron a ser antología literaria.

-¿Por qué se lee tanto en la actualidad la novela histórica?
-En la revista "Orsai", Hernán Casiari se pregunta por qué la gente no lee más ficción. Y responde que porque la vida tiene entrecruzamientos mucho más complejos que los que puede imaginar cualquier escritor. Además, "nos hemos acostumbrado a las historias reales", dice. Y yo creo que estas son algunas de las explicaciones. Pero también creo que en nuestro país nos interesa entender "por qué tuvimos la experiencia, pero no su sentido", como dice Ricardo Piglia en "Respiración Artificial".

-Es curioso notar que los paradigmas del relato argentino de los ‘50 se cambian desde el periodismo y no desde las letras. ¿Por qué fue así?
-Porque cambia la función del intelectual, pero también porque emergen los medios como un nuevo espacio de construcción estética que también construyen la realidad. Hay un acuerdo espontáneo de los receptores que reconocen en los medios esa construcción. Entonces el periodismo adquiere una importancia que hasta ese momento no había tenido. Si a eso le sumás el intelectual que se vuelve comprometido, que trata de cambiar la realidad y que va a llegar incluso a la lucha armada, entendés por qué el periodismo tuvo esa importancia. Y en ese contexto aparece Rodolfo Walsh, de quien se ha dicho que es el "anti Borges".

-¿Por qué se ha dicho eso?
-Porque escribe tan bien como Borges pero a su vez, a diferencia de Borges, mira lo real y se interesa por cambiar el mundo.

BORGES VERSUS WALSH

-Es curioso observar cómo desde los medios se ha instalado en los últimos tiempos un absurdo River-Boca entre Borges y Walsh, en donde para los medios "siempre gana Walsh", ya que es el modelo a seguir en tiempos de un discurso de izquierda. Mi pregunta es por qué un intelectual debe estar comprometido políticamente como condición esencial para ser tomado como tal…
- Lo primero que te digo es que cuando Borges surge en la palestra intelectual en los años ‘20 desde el grupo "Sur", había un tipo de intelectual que no es el que existe hoy.
En este momento, el intelectual de los países emergentes como Argentina, es el que se coloca oblicuamente al Poder, a fin de cuestionarlo. Son distintos momentos. Yo considero que en este momento en Argentina, todo intelectual tiene que estar convencido que es necesario un cambio, transformar el país que tenemos y ser la voz de aquellos que no tienen voz. Me parece que la valoración estética de un escritor va por un carril, pero es muy importante la militancia que tenga.

-Sin embargo, el hecho estético transforma de por sí, sin que venga de la mano de ninguna militancia…
-Andrés Rivera decía que un libro no provoca ningún cambio fundamental, que sólo puede producir pequeños cambios en las significaciones cotidianas que vamos haciendo de la realidad. Que el verdadero cambio viene de la política y la sociedad. Y yo creo que tiene razón.
La nota ha finalizado ya. Y entonces aprovecho para decirle a María que no estoy para nada de acuerdo con Andrés Rivera, que en mi caso puntual, a los 15 años los cuentos de Edgar Allan Poe me cambiaron la vida y que nunca supe cuál era su partido político, si es que alguna vez a Poe le interesó la política.
Y entonces María sonríe. Sus ojos translucen un brillo de ternura, el de quien acepta toda opinión, pero que no va a modificar la suya.
Quizás porque creció en un tiempo en donde las utopías eran posibles, los intelectuales militaban y el fusil más contundente era una máquina de escribir, como lo demostraron hombres de la grandeza humana y literaria de Rodolfo Walsh, Haroldo Conti o Francisco Urondo.
Pero quizás la pluma de Borges sea un arma tan o más letal que todas esas máquinas de escribir juntas, sólo que los revolucionarios argentinos aún no aprendieron a usarla.