La danza resuelve una de las cualidades más primitivas del ser humano, el movimiento, en un gesto artístico que logra transmitir emociones diversas a través de la versatilidad y la interacción de los cuerpos.
El nuevo espectáculo de Grupo en Danza, dirigido por el profesor Raúl Oliva, imprimió diferentes impactos visuales en la puesta montada el sábado en el Teatro Verdi.
"Pies para volar" se desarrolló, mediante una austera escenografía, en tres actos con tintes diferenciados, por los bailarines Marcelo Bizzarri, Natalia Balduzzi, Florinda González, Lucrecia Destéfanis y Vanesa Chiappe.
"Tangueto", liberó los conceptos de la danza contemporánea en la plena seducción nostalgiosa y apasionada de la música ciudadana, bajo los parámetros de compositores como: Francisco Canaro, Eduardo Arolas y el genial Astor Piazzolla, el referente tanguero más interpelado en la expresión músico-corporal de ruptura.
"Nada es para siempre", la pieza de mayor elaboración dramática, acude a una historia de amor-desamor, con pasos neoclásicos y con un mayor arrojo en materia visual (el vestuario pertenece a María E. Fracaroli).

Cuerpos transitando en escena

Por último, el acto "Cuerpos en tránsito" aborda la conceptualización posmoderna (la constitución del ser desde la esfera simbólica), con puntos de fuga hacia el abismo, hacia lo abstracto.
Aquí la percepción debe estar ciertamente entrenada para captar las intenciones plásticas de los bailarines, mimetizados en colores y envueltos en la musicalización recurrente de Pablo Balduzzi (pieza original) y el vestuario de Rocío Gozálvez.