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23 de Mayo de 2011
Entrevista - Juan Pablo Abraham, investigador y traductor de la UNVM
“Este libro puede servir de consuelo”
Junto al doctor Alfredo Fraschini y el profesor Carlos Blanch, coescribió la “Etica de los pensadores atomistas...”
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El autor entiende que el texto ayudará a gente “sola e infeliz”

Cincuenta años antes de Cristo, Roma no sólo era la capital del mundo sino que se preparaba para asistir a su período más glorioso con el emperador Augusto. El culto por las riquezas y los vicios mundanos era moneda común, esa misma que unos años después Cristo hará devolver al César, en una de las metáforas más bellas de renuncia a los poderes de la Tierra. Pero Jesús aún no había llegado al mundo. Sin embargo, por esos días, un hombre educado en los libros de los atomistas griegos se paseaba escéptico por las calles empedradas, mirando de lejos al mundanal ruido. Su nombre; Tito Lucrecio Caro, a quien la posteridad conocería sólo por su segundo apelativo. Este hombre, desde su visión “pagana” del mundo y desde su oficio de poeta, anticiparía (y predicaría sin saberlo) varios de los preceptos cristianos, como la renuncia a los bienes materiales, la vida austera y el no temor a la muerte.
Y fue quizás pensando en sus conciudadanos que ostentaban el oro, que Lucrecio compondría su obra cumbre, el fabuloso “De rerum natura” (“De la naturaleza de las cosas”); que fuera durante muchos años prohibido en los monasterios por no contemplar la idea de Dios. Se trata de un largo poema cientificista dividido en seis libros que es canto y a la vez compendio filosófico, una suerte de “fresco” literario del atomismo que iniciara Demócrito 500 años atrás en la antigua Grecia.
Y bien, de la traducción de varios pasajes de este volumen en latín y de un fabuloso estudio crítico de 50 páginas se encargó Juan Pablo Abraham; investigador de la UNVM y coordinador del Centro de Pensadores. Con él sostuvimos esta charla acerca de “la naturaleza de su adorado poeta latino” y varios temas que de él se desprenden.
Tu formación católica no te impidió traducir a un poeta cientificista y pagano ¿Tuviste contradicciones entre razón y fe?
-La fe y la razón no son dos facultades que se oponen, sino que son dos alas del mismo hombre que va hacia una misma verdad. Así al menos lo veo yo y muchos creyentes, como Santo Tomás de Aquino, para quien la Filosofía era la semántica de la Teología. Para mí, traducir la poesía de Lucrecio fue haber recibido una maravillosa fuente de placer estético.
¿Por qué razón Lucrecio y los atomistas fueron prohibidos por la Iglesia?
-En realidad, Lucrecio no fue tan prohibido como Demócrito y Epicuro, ya que se leía en varios monasterios pero a escondidas. Había dos puntos de su obra que a lo largo de la Edad Media generaron desconfianza en ciertos intelectuales católicos. El primero era la idea de que “los dioses no se interesaban por los asuntos de los hombres”; y eso iba no sólo en contra de un Dios único, sino también de un Dios personal, como el que predicó Cristo. El segundo punto postulaba que “nada nace de la nada”. Y esto refutaba la idea de la Creación.
Lucrecio escribe en una época en que la cultura latina realiza muchísimas “traducciones” de la cosmogonía griega a su mundo
-Y Lucrecio también es una suerte de traductor de los atomistas, pero con una impronta muy personal. Para él, la naturaleza es “unificante y altiva” y al transcribirla a su cultura, la poetiza.
A pesar de ser “cientificista”, el “De rerum natura” es también un libro moral…
-Claro. Y es que Epicuro decía que el hombre actúa mal por el temor a la muerte y que ese temor desencadena vicios terribles para su vida, como el amor al dinero o a los placeres desenfrenados. Entonces Lucrecio, que vivía en una sociedad de vicios, reelabora ese concepto para sus contemporáneos, creyendo ver una solución mágica al problema de los hombres.
Lucrecio canta a la naturaleza “unificante y altiva”, sin embargo se dice que se suicidó a los 44 años
-Ese es un dato que incorpora la tradición pero del que no estamos seguros. San Jerónimo dice que Lucrecio se envenena por un desencanto con una mujer. Pero es evidente que era alguien melancólico por el mero hecho de ser “epicúreo, ya que toda esa filosofía consiste en alcanzar la “ataraxia”, que es el equilibrio interior entre felicidad y dolor.
Tenés pensado presentar este libro en Noetinger, tu pueblo natal. ¿Creés que va a causar interés popular?
- Te puedo responder desde la honestidad o desde el marketing (risas)
De las dos maneras…
-Muy bien. Empiezo por la honestidad. Yo soy realista y veo una falta de interés en la cultura. Eso es un hecho. Pero eso corresponde a un error de los intelectuales que no estamos presentes culturalmente. Y esta presentación, al menos, intenta ser una aproximación. Siendo marketinero, te puedo decir que el libro puede llegar a despertar mucho interés.
¿Debido a qué?
-Debido a que la gente está muy sola y se siente muy infeliz. Y lo que Lucrecio plantea para paliar el temor a la muerte y el vacío de las distracciones terrenales, no es ajeno a nuestro tiempo. Al contrario. Este libro puede ser un consuelo y también una medicina.
Iván Wielikosielek
Especial UNVM

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