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Placer total. Barengo y su compañero celebran la tercera conquista, que fue determinante para la goleada del “Verde” |
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Un triunfo histórico y esos para guardar en la memoria obtuvo Rivadavia ayer en el clásico y en la cancha de su archirival. Fue un 4 a 1 que le permite soñar con la clasificación y dejar a los eternos enemigos aturdidos. Abultado resultado, pero victoria justa
La primera de riesgo fue para la visita y fue un doble golpe para el “Rojinegro”. A los 7’ Alvarez le tiró un claro codazo a Barengo, Gallo no dudó y le mostró la cartulina roja. El “10” se hizo cargo del balón parado y lo ubicó en el segundo palo por donde ingresó en solitario Domínguez, quien sólo debió poner la cabeza para festejar y dejar desahuciado al elenco local.
El gol y la expulsión obligaron a Brussa a cambiar el esquema. Rivera suplió la baja de Alvarez en el fondo y Soppeno se juntó con Conti para luchar en el medio. Y Colón desde ese instante comenzó a sentir la falta del incansable Luppo (afuera por cinco amarillas).
Igual, respondió rápidamente, pero Soppeno definió mal tras un centro de Rivera. Sin embargo, a los 23’, Ceballos recibió solo, encaró a la defensa “Verde” y habilitó magistralmente a Fernández para que con su remate al palo del arquero iguale el partido (floja respuesta del experimentado Berardo).
Era un dejavú para los hinchas de Rivadavia, porque pese al hombre más, su rival sólo necesitaba animarse para ponerse arriba en el marcador.
A los 30’ Conti robó el balón, buscó a “Zuruno”, quien definió ante la salida apresurada del uno rival, pero en ésta el ex Alumni ganó el duelo. En la siguiente jugada llegó un centro de Elhall por izquierda, la pelota picó y por detrás de todos apareció Cecchini, quien fue más vivo que la dormida defensa verde, pero su cabezazo encontró la muy buena respuesta de Berardo, quien se acostó en el aire para salvar una nueva caída de su arco.
Mientras Colón se desgastaba, Rivadavia tenía en su manga el “as” de la tarde. A los 36’, Damiani quitó una pelota, cedió a Barengo, quien llegó al fondo y, tras juntar a Rivera y Mansi, lo dejó solo a Pacheco para que defina y decrete el 2 a 1.
Sobre el final de la primera parte, otra polémica, porque Conti fue en busca de una pelota dividida con la pierna en alto y Platini recibe un duro planchazo. Gallo entendió que existió intensión y lo expulsó, aunque dio la impresión de ser sólo una jugada peligrosa.
Más allá de eso, Rivadavia fue preciso con los golpes y con un Barengo iluminado ganaba transitoriamente el clásico.
En la segunda parte el local se quiso reacomodar, pero los nervios lo llevaron a que algunos jugadores conviertan infracciones, que de haber sido vistas por el árbitro podrían haber sido expulsados, como el golpe de Mansi sobre Peretti o en la primera parte, una lucha de Ceballos y Platini que podría haber sido roja para ambos.
Pero, cuando parecía que el “Verde” tenía todo controlado, con dos hombres de más y un gol de ventaja, llegaron los instantes de la locura. Primero, a los 19’, fue expulsado por doble amonestación Frus al cometerle infracción a Fernández y, segundos después, Ricardo Serda también recibió el segundo cartón amarillo por empujar a Ceballos y se debió ir a los vestuarios.
Parecía que otra vez el fantasma “Rojinegro” asustaba al “Verde”. Pero Barengo frotó la lámpara y, en una contra por izquierda, dejó en el camino a Abatedaga, a Rivera y definió cruzado para poner el 3 a 1. Partido liquidado, pese a que el local intentó, pero sin ánimos ni ideas.
El desorden y el desgaste permitieron culminar la goleada a la visita cuando Peretti se hizo cargo de un tiro libre, la pelota se desvió en la barrera y descolocó a Brignone.
Colón quiso descontar, pero no era su tarde, se lo perdió Rodríguez, Fernández y hasta el propio Platini cabeceó en contra de su arco, pero Berardo respondió con seguridad.
Tres años pasaron para que Rivadavia vuelva a gritar en cancha de su máximo rival y fue, justamente, con Danna en el banco, al igual que aquella última vez, para que entonces medio Arroyo Cabral festejara esta histórica goleada.
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