El destacado dúo de fusión compuesto por Bernardo Baraj y Juan Barrueco se presentó anoche en el Rectorado de la UNVM, con una interesante propuesta heterogénea que osciló por diferentes estilos y épocas.
Los ex integrantes del recordado grupo de rock Alma y Vida de los años setenta, interpretaron temas de Egberto Gismonti ("Loro"), Tom Jobim ("Concorvado"), Cuchi Leguizamón ("Zamba de Lozano"), piezas de jazz y de tango (como "La última curda" y "Los mareados") y una composición propia, "Milongón", que data de los años ochenta cuando se formalizara el dúo.
Por la tarde, Baraj y Barrueco habían brindado una clínica especial para estudiantes de la UNVM y del Conservatorio en el Campus Universitario mientras que en horas de la mañana habían ofrecido una conferencia de prensa, donde recordaron sus inicios y dieron su crítica visión sobre la música contemporánea.
A modo de anécdota comentaron que su encuentro partió desde un desencuentro, ocurrido cuando ambos ostentaban 15 ó 16 años en el barrio de Villa Luro. "Yo estaba en un grupo -cuenta Juan- que creía hacer jazz, pero era cualquier cosa. Queríamos imitar a Harold Mickie que hacía música comercial pero con un clarinetista. Cuando fuimos a buscarlo a Bernardo, que era conocido de mi pianista, salió despavorido porque le propusimos recrear 'El bodeguero', una suerte de chachachá que había popularizado Nat King Cole." Bernardo acota: "No era como los músicos profesionales de jazz que despreciaban a esa música, era simplemente soberbia adolescente, después se me pasó". Tiempo después, la vida los reunió -y para siempre- cuando un contrabajista le propuso a Baraj hacer una "jam" (una zapada), en una iglesia, donde allí aparecieron Barrueco y compañía. "Para esa época ya sabíamos lo que era el jazz", afirma Juan entre risas.

Del jazz al tango

De allí, la amistad se prolongó hasta estos días, más allá de idas y venidas en formaciones paralelas. Sus coincidencias se plasmaron en el dúo, como músicos de Leonardo Favio (luego que Bernardo dejara a Sandro) y Alma y Vida, que eran los ex músicos del mencionado cantor y cineasta. En tanto que dupla, se desplazaron de "la música anglosajona" a la música argentina, con una propuesta experimental de tango fusión, con saxo y clarinete incluidos, en un momento donde la música ciudadana "estaba recluida y despreciada", comentaron.
Respecto a la música contemporánea, ambos artistas advirtieron un "empobrecimiento" en general, incluso en la música comercial: "Cuando vos escuchabas esas grabaciones, notabas los arreglos y la afinación de los instrumentos, te dabas cuenta de la calidad. Antes, se ensayaba todo el día, todo el tiempo, tocabas mucho porque tenías función en las radios (con orquestas en vivo) y en bares; hablabas y te reunías a conversar de música. En esa época un integrante de un conjunto típico después tocaba en el Colón. Ese era el nivel. Lo mismo sucedía con la gente común, en las calles se cantaba y hasta se silbaba bien, porque se tenía buena información. Ahora han bajado muchísimo los estándares".
No obstante, en el aspecto positivo, destacaron el increíble acceso a fuentes a través de las nuevas tecnologías y el trabajo técnico de las camadas emergentes. De todos modos, Barrueco indicó: "Lo único que les falta es más contacto entre ellos, más toques, maduran demasiado individualmente".