Para el mes de octubre está prevista la inauguración de la obra de restauración de la capilla del Instituto San Antonio, ubicada en la segunda cuadra de avenida Sabattini.
Desde hace 18 meses, el arquitecto Hugo Horacio Las Heras, junto al artista plástico César Bravín y el carpintero Juan Calvo, vienen dando nueva vida al deteriorado interior del edificio religioso, que data de hace un siglo. Juan es hijo del extinto periodista Bernardino Calvo, quien como Las Heras, fundaran nuestro matutino en 1984.
El equipo también se ha ocupado de la renovación de los cristales de las ventanas, así como de la colocación de luminarias internas.
Antes de la restauración de las paredes y las imágenes, se procedió a la reparación del techo, desde donde durante años se vertía la humedad que deterioró las paredes.
Se trata del único templo de estilo gótico de la ciudad, y su pintura artística original fue realizada por el italiano Giuseppe Bassoli, nacido en Bolonia en 1863. Bassoli, con uno de sus 11 hijos, decoró con pintura al temple todo el interior de la construcción, cuyas dimensiones son exactamente la mitad de las de la famosa Capilla Sixtina.
Bassoli, un adelantado en Villa María del arte muralista, en donde luego se luciera su connacional Fernando Bonfiglioli, decoró además la Farmacia Pinardi, la Estancia La Negrita y la parte inferior de la Catedral Santuario.
En la capilla del San Antonio trabajó desde 1909 hasta 1916.
Según explicó a EL DIARIO el experto Las Heras, para octubre se piensa dejar sin reparar uno de los sectores, para que el público aprecie el mal estado general en que se hallaban los muros. Posteriormente se restaurará también esa parte.
En principio, la fecha de la inauguración se ha fijado para el 4 de octubre, Día de San Antonio, y al acto ha sido invitada una de las nietas de Bassoli, que reside en Rosario.
Las Heras, quien entre otras restauraciones se ocupó de la reparación de las paredes de la Asociación Española, está todavía trabajando en el denominado coro alto de la capilla.
Para respetar lo más fielmente posible las decisiones pictóricas de Bassoli, el restaurador realiza numerosas pruebas de color, a los fines de dar con los materiales antiguos y la proporción exacta que se asimile al original. Algunos pigmentos fueron cedidos por la familia del pintor, que los conservó durante décadas.
Hasta ayer, Las Heras y su equipo llevaban hechas 92 pruebas de color durante el año y medio que llevan trabajando. Se trata de un oficio que demanda mucha paciencia en el trabajo con los detalles. Por ejemplo, el techo y las paredes están decorados con 7.200 botones dorados, que se han vuelto a pintar uno a uno.
Según Las Heras, “con nuestro trabajo, el templo puede mantenerse bien otros cien años”.
La obra restauradora ha sido financiada en parte a través de la Municipalidad y en parte por la congregación religiosa que administra la capilla.
En una etapa posterior, se procurará iluminar la fachada del añoso edificio.