Escribe: Rodrigo Duarte

Repasaba algunos textos para terminar con la melancolía que me producía mirar por la ventana y descubrir que la noche le había ganado la batalla a la tarde. Los domingos tienen esa particularidad, sobre todo cuando avanza mayo y el ocaso no deja que empecemos a disfrutar del día. Entre goles errados que emergían de un mal relato radiofónico apareció un mensaje presidencial que hablaba de militancia, jóvenes comprometidos y país inclusivo. En ese instante, paradoja del destino, en mis manos cayó El Eternauta y los recuerdos de un pasado que vuelven permanentemente. Si sólo por un momento pudiera viajar en el tiempo y recuperar aquella tarde en la casa de Josefina cuando Roberto y Omar nos adoctrinaban sobre la obra de Oesterheld y Solano López. Los dos se habían ganado la simpatía de varias compañeras teorizando sobre historietas. A Roberto lo ayudaba su apellido holandés e impronta de obispo. Omar, de Lugano, preparaba junto a Julián los fundamentos teóricos de un parricidio que hoy sería película de Tarantino. Se vivía una verdadera fiesta. La consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder” nos movilizaba en la lucha contra un enemigo en común. El “centimil” propuesto por Adrián daba cuenta de nuestro reconocimiento. Ganábamos lugar en los medios, pero eso no nos garantizaba nada. Particularidades de la semiosis. Esa “primavera camporista” permitió la concreción de muchas de las medidas que los sectores juveniles demandábamos del Gobierno y el respaldo de Dorticós y Allende nos hacía pensar en la simbiosis de peronismo y marxismo. Los barrios, las villas, las calles, las plazas eran nuestros territorios. Lamentablemente duró poco.
Pasaron 30 años para volver a tener un 25 de Mayo. De allí en más, en esa fecha, cada año volvimos a ver una plaza llena. Jóvenes con espíritu “militante” y miradas sinceras que hacían olvidar lo peor de nuestro pasado. En ese fragor nos encontramos con Josefina. Mantenía intacta su generosa sonrisa y la mirada encendida que había heredado de su madre. Tomás -me dijo- acá está naciendo un nuevo tiempo, una nueva forma de militancia, de compromiso; los jóvenes vuelven a la política, a participar de la cosa pública y esa cosa pública empieza por la plaza, por ocupar las plazas para debatir, para entregar su espíritu revolucionario; eso no cambia, Tomás, está intacto, es generacional, sólo varía la forma; mirá a esos pibes de 30 años, crecieron en la decadencia de la política y del país, hoy agitan banderas orgullosos, no son “patrioteros”, son argentinos, su lema estaba en canciones como Sr. Cobranza y hoy salen a cantar otras consignas, identificaron al enemigo y lo están combatiendo, en ese camino están construyendo algo, algo que porque pasa ahora no lo podemos analizar ni comprender plenamente, pero la historia demandará varias páginas a estos años; ya sabés, Tomás, quien encendió la mecha, quien dijo que no dejaba sus convicciones en la puerta, el que hizo bajar los cuadros y nos encandiló con el fuego de sus ojos, nos contagió con el poder de sus acciones; él también dio su vida, como Fernando y Ramus, no se quedó en la puerta de la historia, sino adentro; y sí, adentro está en los jóvenes y en nosotros los viejos, ahí está su imagen en El Eternauta, ¿te acordás del Eternauta? cuánto fuego, cuánta entrega, cuánta pasión, todo eso está en el ambiente y se percibe; lo tenemos que decir porque es tiempo de jugársela, ya no más especulaciones, menos nosotros, Tomás, que sabemos lo que pasamos; sí, ya sé, hay muchos que no lo entienden y disimulan que sí, a esos el tiempo los dejará en off side; también sé que están los que borran con la mano lo que escriben con el codo, pero pensemos en los otros, en los que levantan convencidos las banderas, pensemos en todos los 25 de Mayo por venir, como aquel del ‘73, como en 2003, como en 2010, y, no sé, pensemos en 2025, en salir a disfrutar de nuestro orgullo, por los que están y por los que no; qué ganas de vivir, Tomás, qué ganas de vivir...