Para muchos, es la más linda. Será por lo armonioso del diseño. O por la heterogénea vegetación. Tal vez sea a raíz del majestuoso entorno. Quién sabe. Lo cierto es que un coro de voces, diariamente, cataloga a la plaza San Martín como la favorita en su tipo. Son voces anónimas, no hay encuestas que fundamenten la definición. Pero es que semejante talante, pareciera hacer innecesarias cualquier tipo de justificaciones. Las evidencias están latentes en cada rincón del parque. Espacios que se mantienen perezosos, despreocupados. Como sabiendo que ni el paso del tiempo ni el olvido, podrán erosionar la belleza de sus facciones.
Buenos Aires. Estados Unidos. Santa Fe. Rucci. Orgullosas están las cuatro arterias que la rodean. Son beneficiarias de la gracia proveniente de la plaza, que va rociando los alrededores en forma de imágenes. El diseño circular del núcleo se distingue desde lejos, y llama al encuentro. Al arribo, destaca la fuente central, que entre descuidada y arcaica, irradia aires de nostalgia. Las pasarelas, dispuestas en forma de cruz, van acompañadas por rejas sustentadas en lajas, de aspecto señorial. Las rampas y muros del escenario recostado sobre calle Rucci, también gozan el decorado que propone este estilo de piedra. Pequeñas fuentes amarillas, a la espera de los pajaritos, completan la primera visión.
Luego, un enfoque más generoso hace hincapié en el papel fundamental que cumple el follaje imperante. Allí radica gran parte del encanto de la explanada: algarrobos, ceibos, palos borrachos, lapachos, jacarandaes, nogales, fresnos, rosas mosquetas, libustrines y diferentes confieras vienen a brindar testimonio. El verde es el color predominante.
De noche, la postal crece en vigor. Las farolas, tan a tono con el resto del entramado, iluminan el cuadro de forma sutil. Las luces de la Catedral hacen otro tanto, resaltando además ese fabuloso patrimonio arquitectónico villamariense. No es el único valuarte que rodea la plaza: la Casa Parroquial (pegada a la iglesia Catedral), el ex Mercado Mitre (Estados Unidos y Santa Fe), la Casa Meroi y la Casa Salgado (ambas enfrentadas en las esquinas de Buenos Aires y Rucci), son las otras joyas que terminan de enaltecer el lugar.
Lo prolífico del patrimonio, naturalmente, está vinculado con la historia de la ciudad. Villa María se gestó alrededor de este sector, construyéndose aquí las primeras viviendas. La plaza San Martín desembarcó en el mapa urbano en 1883, aunque por entonces se la conocía como plaza Sur. El cambio de nombre llegó tres años después, de la mano del intendente Fermín Maciel. Por un corto lapso, ocurrido durante la Intendencia de Deiver (principios de la década del ‘40), fue denominada oficialmente como Presbítero Pablo Colabianchi Cicerone.
Pero el terreno no sólo vive del pasado. En el paseo que nace en la esquina de Estados Unidos y Santa Fe, está ubicada la “Cápsula del Tiempo”. Un tesoro que cobija elementos de la época actual, como grabaciones, fotos y diarios, producto de un acuerdo entre los municipios hermanados de Villa María y Savigliano (Italia). El mismo será desenterrado en el 50º aniversario de su creación, en el año 2053. Para entonces, muchas cosas habrán cambiado en nuestra ciudad y en el mundo. La plaza San Martín, no obstante, seguirá tan linda como siempre.
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