Acaso lo novedoso en materia musical no se halle en los “charters” ingleses o norteamericanos. No se ubique en los rankings propuestos por cadenas televisivas o en las FM “de fórmula” que establecen sus paradigmas de jerarquización y efectos de consumo, según los convenios enlazados con los cada vez menos poderosos sellos discográficos.
Acaso a la vuelta de casa se elucubre esa combustión de creatividad, riesgo y trabajo artístico que capitalice una peculiar e interesante experiencia sonora.
Esos destellos de novedad, dotados de refinamiento musical (justeza y afinación hasta en los mínimos detalles) y de desplazamiento de los formatos tradicionales de bandas nuevas, se pueden apreciar en los conciertos de Parc. La formación local, que presentara el domingo pasado su primer álbum discográfico titulado “Feliz”, no obedece a las exigencias de ritmos explosivos ni líderes con raptos de actores/performers.
El proyecto, surgido originalmente para una sola actuación y reorientado hacia una propuesta profesional, cuenta en principio con un cantautor (Tomás Ferrero) de una voz tan aterciopelada y transparente como el agua, que esgrime sus versos acurrucados casi siempre en el mismo registro meridional. Su poética intimista, enamoradiza y timorata planea suavemente sobre un colchón de cuerdas, extendido por los guitarristas Luciano Natali y Fausto Vercellino (el músico enigmático, detrás de una máscara similar a Rubén Albarrán, líder de Café Tacuba) y la cellista Renata Bonamici. La presentación, en rigor, mereció otros aditamentos como el agregado de un selectivo de jóvenes músicos locales que, como el mismo grupo, provienen en su mayoría de la UNVM. César Seppey y Gustavo Rodríguez (guitarras), Solana Cortés (percusión), Stefanía Parsi (xilofón), David Rodríguez y Mariana Bono en violines, Lucas y Tomás Rivera, Alexis Galfré (trombón) y Pablo Vélez (mandolina). J.R.S.