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Un rol importante lo juega la obesidad, alterando el semen |
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Hasta ahora el énfasis sobre la capacidad de concebir y el riesgo aumentado de abortos espontáneos estaba puesto en la edad de la madre. Sabíamos que la fertilidad femenina decrece a partir de los 35 años para caer en un abismo a partir de los 40. Pero no estaba tan claro que la edad del padre fuera también determinante.
De acuerdo a un trabajo presentado en el reciente Congreso Anual de la Sociedad Europea de Medicina Reproductiva realizado en Barcelona, las posibilidades de lograr un embarazo natural a término y aún cuando se utilice fertilización asistida, caen drásticamente cuando la edad del padre supera los 40 años. También se triplica la tasa de abortos espontáneos. En este informe, llevado a cabo por científicos de un Centro de Reproducción Asistida de París, y en el que han participado más de 12 mil parejas, se establece que la tasa de embarazos clínicos cae de un 12 % a un 9 % en función de si el padre tiene alrededor de treinta o cuarenta años. También según el estudio, las posibilidades de aborto espontáneo crecen del 13% al 32 % en la franja de progenitores cercanos a los 40 años.
Nuestro grupo en un trabajo anterior realizado en Córdoba había demostrado que las parejas en las que el hombre era mayor tardaban más en concebir y habíamos hallado alteraciones en el semen a partir de los 45 ó 50 años. Otros estudios recientes han establecido una relación entre los resultados de las inseminaciones intrauterinas y el deterioro del ADN en el varón. Sobre esta base y como novedad, podemos con certeza recomendar que las parejas infértiles deberían recurrir a la fertilización in vitro cuando uno de los miembros de la pareja tiene más de 40 años.
Ya en las últimas décadas se venían observando mayores indicios de aumento en la infertilidad masculina. Esto podría ser consecuencia también del estrés, el uso de plaguicidas, el consumo de tabaco, los contaminantes ambientales y de los conservantes utilizados en la preparación de algunas comidas, etcétera. Un rol importante lo juega también la obesidad en el hombre, donde hemos encontrado una mayor coexistencia con alteraciones en el semen e infertilidad.
Al igual que en la mujer el estudio del hombre comienza con una historia clínica y la realización de un buen espermograma, que debe efectuarse en los laboratorios de Andrología junto a otras pruebas funcionales muy avanzadas hoy en día. A través de estos podemos conocer en detalle el número, la movilidad, la forma y con cuántos espermatozoides útiles contamos para fecundar. Así podremos encontrar por ejemplo desde una oligozoospermia –bajo número- hasta una azoospermia –ausencia total- de espermatozoides, con soluciones en ambos casos.
Además el aumento en el número de pacientes infértiles podría explicarse por el gran avance que sufrió la Medicina Reproductiva en los últimos años, lo que luego se vio reflejado en más consultas y más soluciones. Asimismo jugaron aquí un papel importante el efecto multiplicador de los medios de comunicación e Internet. A través de ellos debemos promover la maternidad y paternidad tempranas como parte de la prevención en Medicina Reproductiva.
Profesor Doctor
Natalio M. Kuperman,
Doctor en Medicina y
Cirugía
Especialista en Medicina Reproductiva
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