Señores de EL DIARIO:
Nos dirigimos a ustedes para hacer un comentario respecto a los sucesos ocurridos la semana pasada en un colegio de nuestra ciudad.
Al respecto, nos vamos a referir a dos o tres puntos de análisis de importancia para nosotros como docentes, pero fundamentalmente como padres, que a continuación desplegamos.
El primero de ellos es referente al rol social de contención que desde hace más de dos décadas viene cumpliendo la escuela (desde la implementación de políticas neoliberales a partir de los años ‘90) y siendo todavía en gran medida, a pesar que en los últimos tiempos algunas cosas comienzan a cambiar. Contener a los niños y jóvenes a como dé lugar ha sido el producto de la aplicación de políticas regresivas que generaron la destrucción del trabajo, la pauperización de los salarios, el debilitamiento de las redes de contención social y la destrucción de las familias. Estas políticas fueron degradando la posición y los roles de la familia frente a la educación, desapareciendo la participación de los padres en los colegios como integrantes de las asociaciones cooperadoras y en los procesos educativos de sus hijos, produciéndose un corrimiento peligroso de las responsabilidades familiares que la escuela se vio obligada a asumir, reconfigurando su rol de abarcar desde su praxis cotidiana funciones que no le son propias.
El segundo punto de análisis tiene que ver con este espacio de contención social que es la escuela hoy, que se ve atravesada por todas las problemáticas y las miserias sociales, como son el flagelo del alto consumo de alcohol en los jóvenes y el creciente consumo de drogas ilegales. El conflicto desatado la semana pasada, a partir de las valientes declaraciones de la directora del IPEM Manuel Anselmo Ocampo, ha puesto en el tapete el tema, abriendo la posibilidad de debate público que permita comenzar a pensar colectivamente las posibles maneras de combatir estos problemas ya instalados en nuestra juventud y en nuestras escuelas (públicas y privadas). No se trata entonces de la estigmatización de los alumnos de una escuela en particular, sino de generar medidas y protección para todos nuestros jóvenes.
Por último, queremos rescatar el protagonismo y la participación de los jóvenes en la defensa de sus derechos (al parecer es un signo de los tiempos), lo cual muestra que vamos madurando como sociedad, pero a la vez hacemos un llamado de atención para que sepan discernir entre las palabras que los interpelan para cuidarlos y las palabras de algunos adultos que los arengan, utilizando irresponsablemente el conflicto para su propio beneficio.
Diana Marcela Martínez
DNI 22563303
Carlos César Giacomelli
DNI 14665056
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