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En Argentino. Débora (a la izquierda) y Eliana posaron para EL DIARIO en el nuevo estadio del club villamariense. |
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Eliana Mackay y Débora Calzada son dos jóvenes que resolvieron introducirse en un mundo poco común para el género femenino en este país: ambas cursan en la escuela de la Asociación Villamariense de árbitros de Fútbol (AVAF) y aparecen los fines de semana en las canchas de inferiores o reserva de la ciudad y la región, dispuestas a cumplir un oficio ingrato, de antemano.
Vestidas de negro, con el pantalón cortito, el pelo bien atado y una actitud elogiable, las chicas se forman cada vez más de referí y, según entendidos, tienen cualidades y edades para una muy buena proyección.
Eliana va por el segundo año del curso y, con tan sólo 21 años, suele ejercer de asistente en partidos de reserva de la Liga Villamariense y la Liga Independiente.
Nació en Devoto (“de Córdoba, no de Buenos Aires”, aclara) y se radicó en Villa María porque vino a estudiar el Profesorado de Educación Física, hace cuatro años.
“Conocí un chico que estaba en el arbitraje y también era conocido de mi novio. Ellos me convencieron para que haga el curso, comencé, me empezó a gustar y seguí”, cuenta Eliana.
La joven árbitro, que también ejerce de preparadora física de sus colegas en AVAF, recuerda que no fue fácil iniciarse en el mundo del referato, más allá de su soltería y del apoyo de su novio.
“Al comienzo, mi mamá me decía que esto no era para mí, pero una vez que empecé, ella se acostumbró y después le empezó a gustar”, señala, además de destacar que la profesión “es algo que va entusiasmando cada vez más”.
“Nunca antes pensé en ser árbitro, aunque siempre me gustó el fútbol; he jugado de chica en el barrio, nunca en el club, y además soy de mirar los partidos”, agrega la chica de Devoto, a quien su profesor Jorge Candia le augura un buen futuro.
Otra historia tiene Débora, villanovense, de 23 años, quien trabaja en una rotisería, está en pareja y es madre de un niño.
“Miguel Noriega (presidente de AVAF) va a comprar donde yo trabajo y él me insistió mucho para que fuera árbitro; tuve la curiosidad por saber cómo era tratada una mujer en ese rol, empecé y ahora me gusta”, relata.
Claro que, como a Eliana, Débora sorprendió a su entorno cuando tomó la decisión.
“Al principio me decían ‘estás loca’, ‘te van a matar’, pero después recibí el apoyo de mi familia y de mi pareja, así que todo bien”, comenta.
La chica de Villa Nueva cursa el primer año y por ahora hace experiencia en las divisiones inferiores.
“Me gustaba ver fútbol, pero los partidos más importantes, los de Boca, River, la selección... Ahora es otra cosa”, agrega.
s Con respeto
El ambiente del fútbol (y sobre todo el argentino) suele ser cruel para con los árbitros en general. No obstante, de acuerdo a lo que comentan las chicas, no es tan duro como esperaban.
“Hay bastante respeto”, asegura Eliana. Y agrega: “Siempre te gritan cosas desde el equipo que va perdiendo pero, dentro de todo, es mucho más el respeto que se le tiene a una mujer”.
Débora, en tanto, agrega con una sonrisa que “a veces te invitan a salir, a bailar”, a lo que Eliana subraya que “suelen pedirte el número o tirarte piropos, pero no más que eso”.
Además, ambas destacan el comportamiento de sus compañeros de escuela y sus colegas.
“Los chicos nos respetan mucho, nos acompañan, siempre nos apoyan y a veces nos tienen más en cuenta”, revelan.
También destacan el trabajo de Candia (su profesor) porque “está siempre” y “apoya en todo momento” para la formación arbitral.
s Hay futuro
Candia, quien acompañó a las chicas en la entrevista con EL DIARIO, resaltó que “la corta edad que tienen ellas es importante por lo que pide FIFA, que apunta mucho a descubrir mujeres árbitros”.
En ese sentido, el instructor nacional recordó que “cada vez es más relevante el Mundial de fútbol femenino, donde dirigen mujeres”, aspecto que se tiene muy en cuenta desde el fútbol argentino.
Mientras, en nuestra región, las chicas referís aparecen como algo novedoso porque sólo se registra Patricia Guerrero, quien hace una década, aproximadamente, marcó un camino. Sin embargo, son contadas con los dedos de una mano las mujeres que se vuelcan a esta profesión en la provincia.
“Había una chica en Córdoba, pero está embarazada y se alejó; después, no se encuentran otras referís oficiales”, informa Candia.
Por esta razón, Eliana y Débora pueden encontrar en la profesión un futuro exitoso, aunque saben que deben seguir aprendiendo.
“Cuando veo fútbol, ahora le presto más atención a los árbitros y a las situaciones que se dan en el desarrollo de un partido”, dice Eliana.
No obstante, indica que “la profesión es exigente en lo físico; tenés que estar muy bien porque para un partido de primera o reserva hay que estar en el nivel de los jugadores”.
“Es duro porque además yo trabajo, estudio y el fin de semana tengo que estar en las canchas, se hace difícil, pero hay que hacerlo porque es también una salida laboral”, agrega.
A Débora también le consume tiempo su situación laboral y familiar, pero está a gusto con lo que eligió.
“Espero llegar lejos, pero por ahora vamos viendo”, reconoce, no sin antes aclarar que “está bueno sentir la adrenalina cuando entrás a la cancha; al principio hay nervios, pero te concentrás y todo pasa”.
La concentración, precisamente, es un punto que ambas señalan como clave.
“Creo que si uno está concentrado, tanto para el hombre como para la mujer, no debe haber diferencias”, sostiene Eliana, con la certeza de que eligió un camino difícil, pero sumamente interesante.
Débora es villanovense, madre de un nene y está en pareja. Entró al arbitraje para saber cómo trataban a la mujer en el ambiente y le gustó la profesión. Afirma que es interesante “la adrenalina” que se vive cuando pisa un campo de juego.
Eliana es de Devoto; estudia en el Profesorado de Educación Física y prepara en ese aspecto a sus colegas de AVAF. Dice que su novio la terminó de convencer para iniciar la carrera arbitral y señala que la
concentración es fundamental cada vez que entra a una cancha.
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