Del mismo modo que los hombres llevamos en nuestro interior algo del aliento divino, todas las flautas de caña llevan el soplo lastimero de una queja: la de haber sido cortadas del cañaveral al que ya no han de volver. Y es por eso que tanto el toyo boliviano como la fujara eslovaca, el nei turco o el nei persa, al ser ejecutados silban un mismo lamento. Como el bansuri indú y el shakuhachi japonés, como el teponaztli mexicano y la quena, como las flautas nasales de La Polinesia o las construidas por los indios cherokees y navajos. De todas estas cosas se dio cuenta, casi como una iluminación, el músico Esteban Valdivia; quien escribió su tesis sobre “Flautas de caña del mundo entero” para obtener su Licenciatura en Música Popular. Y el término “iluminación”, en este caso, no conlleva exageración alguna.
“Antes de conocer las flautas yo sólo tocaba la batería en un grupo de rock. Pero una vez leí un poema de un místico sufí del Siglo XII (Maulana Jalaludin Rumi) que me cambió todo. El poema decía que cuando a una caña se la corta de un cañaveral para hacer una flauta, la caña se lamenta eternamente porque la sacaron de su lugar de origen al cual quiere volver. Y eso me pegó mucho”, comenta Esteban. “Este místico hace una analogía con los hombres, que nacemos en el mundo pero algo nos dice que venimos de otro lado hacia el cual tenemos que regresar. Por eso también nos lamentamos, sintiendo esa separatividad del ser con el universo. Las diferentes culturas que tocan flauta de caña tienen en común este anhelo y esta tristeza. Por eso es que una flauta tiene ese sonido introspectivo. Cuando leí esto, ya nunca más toqué la batería. Sólo me dediqué a las cañas”.
Dejemos hablar al viento
El estudio de estos instrumentos, algunos de los cuales son los más antiguos que se conocen en la Tierra, hizo que Esteban aprendiera a fabricar “por lo menos la mitad de los 15 que tomé para mi tesis; porque cuando los comprás y te los mandan por correo, siempre alguno se te rompe”. Por cierto, además de fabricarlos, el músico los ejecuta.
Pero la tesis de Esteban no se limitó a la de “luthier del cañaveral”, sino que tuvo la apoyatura de un tremendo “software espiritual” llamado “música ritual”.
“Mi trabajo centra su estudio en las flautas de caña de todo el mundo y la relación con la espiritualidad y cosmogonías de los pueblos que las crearon. Esas flautas tenían una función ritual, y es la que me interesa divulgar en los conciertos.”
Pero “la tesis” no fue otra cosa que el puntapié inicial para un proyecto más ambicioso: la creación de “Sonidos de América”, junto a César Seppey y Gustavo Rodríguez, formación con la que dio conciertos y compuso un disco ejecutado sólo con flautas de nuestro continente.
¿Cómo es un recital de flautas americanas y música ritual?
- “Implica una visión completamente distinta de la música y no la que nos están metiendo por los medios. La idea es generar contextos donde la música sea percibida como tal. Y para eso hay que buscar el lugar adecuado, alejado de los ruidos. Proponemos un concierto acústico con volumen y sonido real sin procesamiento de estudio, y esto permite que se abra una percepción distinta. Queremos recuperar el ‘en vivo’ ancestral, porque ahí está el poder de la música.”
Escuchar música acústica ¿implica saber hacer silencio?
- “Totalmente. El año pasado nos pasó que con el grupo hicimos conciertos en 30 colegios y la propuesta nuestra era ir sin sonido. A veces hemos tocado para 400 chicos y se escuchaba bárbaro. El secreto es que no hay mejor amplificador musical que el silencio. Y los chicos lo hacían con gusto, porque se daban cuenta de la fuerza que tiene el silencio.”
Gira mágica y misteriosa
En el año 2009, Esteban viajó a Buenos Aires para ver el concierto de una autoridad: el musicólogo catalán, Jordi Saball, quien estuvo acompañado en escena por otra eminencia, el francés Pierre Hamon. Tras el recital, Esteban se presentó y junto a su grupo dio un miniconcierto de flautas americanas en el hotel para toda la orquesta. Fue el principio de la amistad con Hamon y su lanzamiento internacional.
“Hicimos muy buena química con Pierre a tal punto que me invitó a tocar con él en París, será para julio y agosto del año que viene”, comenta Valdivia. Sin embargo, las giras ya empezaron. De hecho, la agrupación auspiciada por la UNVM viene de dar conciertos durante 40 días en México y, entre julio y setiembre, se presentarán en Colombia, Perú y Brasil. “Tenemos muy buena relación con el rector Martín Gill y con el director de la carrera de Música. Y es por eso que estamos damos estos conciertos y promocionando la Universidad”.
¿Cuál es la impresión que causa un grupo americanista que viene de una universidad del interior argentino?
- “Una impresión rara y sumamente positiva. Cuando hablamos de la Universidad de Villa María, todos se sorprenden, porque su proyecto es casi único en el mundo. Por todos lados hay un apoyo tremendo a la música clásica pero casi nada a otro género. Y nuestra Universidad, desde sus pocos años de vida y desde todo lo que aún tiene para crecer, se está jugando en darle un espacio a la música popular, que se la merece.”
Iván Wielikosielek
Prensa UNVM
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