La villa “Ciudad Oculta” en Buenos Aires, es quizás uno de los sectores urbanos más riesgosos de todo el país. Sin embargo y pese a toda adversidad, un grupo de docentes y profesionales sosteniendo como estandarte la pedagogía de la ternura dan otro significado al acto de educar, llevando adelante una iniciativa orientada principalmente a contener hijos de padres adolescentes .
Invitadas por el Nivel Superior de la Escuela Normal Víctor Mercante, las educadoras que dan sustento al “Jardín Maternal Sueñitos”, Paula Tisera, Eliana Ferraris, Laura Coppo, Aída Peruggino y Karina Ragone, acompañadas por el principal impulsor del espacio que se inició en 2008, Jorge Tasín, compartieron sus vivencias con alumnas de los profesorados en Educación Inicial, Primaria y Especial.
“Nosotros no trabajamos en un lugar difícil sino en otro tipo de contexto”, expresaron las docentes al término del encuentro con las estudiantes terciarias.
“Trabajar desde la diversidad cultural implica posicionarte desde el rol docente con una mirada más amplia y reflexiva”, también dijeron las reporteadas por este matutino.
La organización donde no se aplica el tradicional esquema jerárquico escolar (director, vicedirector, secretarios y demás) sino que funciona apelando a la solidaridad, compromiso y sensibilidad de cada una de sus protagonistas, centra su quehacer en el contacto personal y respeto hacia los habitantes de la villa que les delegan el cuidado de sus hijos.
“Nosotros ponemos el cuerpo, un baño de palabras y sentidos para que los pibes, cuando llegue el momento, puedan empezar a pensar en otras cosas”, coinciden en remarcar las profesionales en diálogo con EL DIARIO.
“Esto de no tener jerarquías, es difícil hasta para nosotros que estamos formadas para un sistema escolar donde estás todo el tiempo recibiendo órdenes, pidiendo permisos y cumpliendo horarios.”
“Funcionar en equipo es la clave. Discutir y compartir lo que nos pasa también”, acotaron las consultadas.
"El trabajo lo pensamos día a día y es básicamente estar con los chicos y ponerle el hombro al proyecto", remarcan al explicar la dinámica funcional del jardincito.
“Nosotras como docentes tratamos de hacer un aporte distinto, queremos educar desde otro lugar, no con recetas rígidas sino como un proyecto más amplio. Miramos al otro desde el punto de vista humano, donde tenemos los mismos derechos”, también destacaron.
"Somos mucho más que maestras, muchas veces tenemos que acompañar a los papás en otro tipo de situaciones que no tienen que ver con lo estrictamente escolar", expresaron.
"Muchos nos dicen que somos maestras y nada más, y cuestionan lo que hacemos desde lo esencial con los alumnos", agregaron
"En la formación docente se pueden ver muchas incoherencias y mensajes contradictorios. Te preparan para otra cosa”, advirtieron antes de asegurar que “en ‘Sueñitos’ encontras la función social del docente. El contacto social enriquece esto."
"Además está la chance de no trabajar desde la queja, lo que falta o desearíamos que fuera. Laburamos con lo que hay y le ponemos la mejor onda, ternura, felicidad y contención. Todo lo demás ya lo tienen en sus casas", concluyeron.

Creciendo

Vale destacar que en el jardín maternal trabajan catorce personas, entre las que se cuentan docentes, asesora pedagógica, trabajadora social, psicóloga, coordinador del proyecto y hasta una mamá que vive en el barrio y presta colaboración especial con la iniciativa.
El espacio de cogestión educativo forma parte del programa “Primera infancia” ( en el segmento que contiene a niños de 0 a 3 años) que depende de la Dirección de Inclusión Escolar integrante del Ministerio de Educación de la provincia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En la actualidad, el edificio donde se localiza “Sueñitos” está a punto de sumar un nuevo lugar donde se recibirá a los adultos familiares de los pequeños alumnos.
Según explicaron, la ampliación del edificio escolar hará posible la concreción del primario y secundario para adultos, atención de asistentes sociales, psicólogos y actividades de prevención de la salud.