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Teatro lleno. Una masiva inscripción consiguió ayer el evento educativo. Ruth Harf fue la dueña de la mañana en el Verdi |
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Ruth Harf se adueñó de la mañana de ayer en la octava edición del Congreso de Educación del Centro del País, que se celebra hoy también en el Teatro Verdi de Villa María.
Harf planteó su disertación en el interrogante de si es posible trabajar con las diferencias y, durante los más de 60 minutos que expuso, mantuvo a la platea (colmada) atenta; un público docente que la interrumpió varias veces para aplaudirla.
“Antes no nos enseñaron a gozar de la diversidad. No había que preguntar en el aula ante una diferencia, decían que era ‘ponerlo en evidencia’. No aprendimos en esa escuela que la diferencia existía”, resaltó.
La licenciada indicó que ante las diferencias eran actitudes habituales el “anularlas, borrarlas con una pseudo igualdad”.
“Son cosas que todavía continúan existiendo -advirtió-, pero no tienen que ver con una maldad, con una perversidad o una falta de ética del docente, sino en función de representaciones que venimos trayendo sin cuestionarlas”, aclaró.
En permanente interacción con los asistentes, luciéndose con inocultable carisma y gracia para exponer crudos aspectos de la realidad, Harf habló también de los prejuicios.
En ese sentido, citó ejemplos como los prejuicios que pesan en los alumnos sobre los profesores de Química o, mirando a una maestra entre los presentes, le expresó: “Vas a tener como alumna a la hija de la directora”, lo que despertó la risa de los concurrentes.
“¿Por qué el hecho de que sea la hija de la directora nos hace pensar que será diferente o con cierto carácter o privilegio? El problema del prejuicio es cuando no se aceptan los indicadores de la realidad y entonces permanece en la persona. Uno lucha contra prejuicios cuando está abierto a tomar datos de la realidad”, declaró.
Más tarde, la magíster resaltó que se puede ofrecer igualdad de oportunidades educativas “pero no puedo garantizar la igualdad de resultados, si no sería un mago”.
En este contexto, también subrayó la postura de “no dar a todos lo mismo sino a cada uno lo que necesita” y el “no esperar idénticos resultados en todos”.
“Si veo que el alumno no puede, lo hago con él y luego anoto: ‘lo logró con ayuda’”, manifestó y nuevamente fue aplaudida.
Otro de los tramos más trascendentes de su disertación se dio cuando contó la anécdota de una colega que conseguía que los alumnos estudiaran sino recibirían un ‘castigo’. “Es más fácil amenazar que desarrollar las ganas de aprender”, hay que desechar “las amenazas, el soborno y la coerción” de decir “más vale que estudien porque los reviento”, manifestó con gracia.
Harf sostuvo que si se ignora la diversidad en las aulas se produce una falsa homogeneización de los grupos y “vemos sólo en lo que somos iguales”, además de promover la marginación: “De este lado los que entienden, de este otro lado los que no entienden”.
“Se separa a los que pueden, de los que no pueden, y no hablo sólo de grupos sino también de escuelas, con esa idea que por ahí escuché de ‘no importa si aprenden a escribir o leer, total van a ser albañiles’”, apuntó. “A veces, esto todavía sigue existiendo. El mandato debe ser: con estos chicos sí se puede”, afirmó.
Luego, advirtió que en lo que se refiere a las propuestas curriculares se deben manejar con algunos chicos “tiempos y estrategias distintos pero nunca contenidos; nunca hay que partir por la mitad los contenidos a enseñar”.
“La única manera de respetar la diferencia es cuando conocemos en qué consiste esa diferencia. La diferencia se trabaja con conocimiento, sino se cae en la estupidez, la banalización y se aumenta el prejuicio”, aclaró la especialista.
Harf aseveró que “una sociedad pluralista está basada en la creencia de que la diversidad es valiosa” y sostuvo que “educar implica disfrutar de la heterogeneidad”, además de recalcar que para la inclusión lo esencial es estar convencidos “desde lo ideológico” sobre la necesidad de esto.
“No podemos hablar de inclusión sino hablamos de víctimas de abuso y de maltrato, de desfasados en edad por repetición, de pobreza cultural”, pero aclaró que la escuela “no remplaza otras agencias del Estado” pero debe actuar como “medio de puente para que esas agencias se enteren” de estos casos.
“Si no lo dice la escuela, muchas veces no se sabe”, consideró.
También, en su exposición, dijo que “no siempre” se pueden incluir alumnos con necesidades educativas especiales ya que “se necesita apoyo y no es una decisión de la escuela sino de política educativa, de aportar los recursos necesarios y de preparación”. Por otro lado, advirtió que hay niños que a veces “no se expresan con la palabra pero pueden expresarse con la música o el movimiento”, subrayando que “la palabra es esencial pero no es el único modo de poner de manifiesto el pensamiento”.
@ Quién es Ruth Harf
Ruth Harf es de Buenos Aires y fue la primera disertante en el Congreso de Educación del Centro del País.
Es maestra normal nacional, profesora normal nacional de Jardín de Infantes, licenciada y profesora en Ciencias de la Educación, licenciada en Psicología y tiene posgrados en Teoría y Técnica Psicopedagógica.
Hoy en el Teatro Verdi la actividad comenzará con la presentación de Pablo Urquiza, director Nacional de Políticas Socioeducativas, y seguirá con la conferencia “Propuestas educativas y desarrollo socio-territorial”, a cargo de Gustavo Waindler.
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