El garaje de su casa es un verdadero búnker anglófilo; con su biblioteca repleta de diccionarios en perfecta convivencia con dos computadoras en red.
Pero visto desapasionadamente, el estudio de Sandra no podría ser de otro modo. Al fin y al cabo, ella es una “teacher” recibida hace casi 30 años, que usó de todas las tecnologías posibles para enseñar la lengua de Lennon y Hemingway. Por si esto fuera poco, dicta precisamente la materia de “Tecnología de la Comunicación Pedagógica” en el Profesorado de la UNVM, además de dictar clases en el Instituto Rivadavia
¿Hay mucha diferencia entre la pedagogía teórica y la aplicada?
- “Sí. Pero igual en el Profesorado pretendemos un desempeño muy alto de nuestros alumnos. El punto es no perder nunca de vista el entorno en el cual ese conocimiento se va a aplicar y que por ahí no te permite el despliegue de todas las estrategias aprendidas. Cuando entrás a un aula y te encontrás con 40 alumnos que hay que disciplinar, muchos planes pedagógicos se diluyen.”
Sin embargo, los futuros profesores hoy tienen un contacto mayor con el aula…
- “Eso pasa desde 2006, cuando la materia Práctica Profesional Docente empezó a implementarse desde segundo año. Esta modificación en el programa me pareció muy buena, porque el alumno va creciendo de a poco y no se le pide que en el cuarto año haga malabares.”
Enseñando a enseñar
La “teacher” Sandra está más que contenta con la cantidad de alumnos que ingresaron al Profesorado en 2011. “En esta época del año en la que solíamos tener un promedio de 30 alumnos, ahora tenemos arriba de 50”, dice orgullosa.
“Muchos se acercan porque les gusta el idioma, pero nosotros tenemos que hacerlos conscientes que no van a estudiar solamente inglés, sino la pedagogía para enseñarlo.”
¿Y qué pasa con quienes están interesados en la traducción o la conversación?
- “Para eso hay instituciones terciarias específicas, como el traductorado del Rivadavia o las clases del Puicym. Pero nosotros, a diferencia de los demás, otorgamos un título de grado que permite hacer maestrías y doctorados, y también enseñar en todos los niveles, incluido el primario.
Acerca de ciertos postítulos provinciales, indicó que “tienen una cantidad de horas de estudio irrisoria en relación a las 3.456 horas de un profesorado como el nuestro.”
¿Por qué se otorgaron esos postítulos? ¿Acaso los profesores de inglés no saben enseñar en la primaria?
- “Eso era lo que se pensaba. Pero después del cambio de plan ya no es así. Ahora preparamos a nuestros alumnos para eso también. Enseñar inglés a los chicos del primario es una responsabilidad muy grande porque los chicos absorben como una esponja. Y si uno les está enseñando mal, ellos absorben mal.”
¿Y qué pasa con los adolescentes? Se dice que fuera del aula están en contacto permanente con el inglés…
- “Me parece que está sobrevaluada la posibilidad de ver películas o series en inglés por televisión o Internet. Es sólo una minoría la que se toma este trabajo o la que tiene la tecnología suficiente. Los demás chicos, se conforman con saber leer el ‘Game Over’ de los videojuegos.”
¿Y la música no es un incentivo?
- “Ya no tanto. Hace dos años, quise trabajar en un quinto año con música en inglés. Así que les pedí a los chicos que expusieran acerca de su banda de rock preferida. Pero patalearon porque ellos querían bandas de cumbia o cuarteto. Para los profesores es un inconveniente que los chicos ya no se interesen en el rock inglés, porque era un maravilloso incentivo que nuestra generación supo aprovechar mucho más.”
¿Era más difícil estudiar inglés en tus tiempos?
- “En mis épocas estudiar inglés era ser un perro verde. A los 8 años vi una propaganda de Ivicana por la tele y le dije a mi papá ‘quiero estudiar eso’. Y él, que venía del campo, me dijo ‘¿para qué?’. Pero igual me mandó. Hice los 9 años de la academia y me fui a la Escuela Superior de Lengua de Córdoba, donde me recibí de profesora y traductora en el ‘83. En esa época había muy poco campo de acción como traductora en Villa María; así que empecé a trabajar como docente y aquí estoy…
Pero los tiempos cambiaron en este rubro también. Y junto a Graciela Mastrandrea y estimuladas por el decano Daniel Lasa, en 2008 se creó el Centro de Traducciones de la UNVM, donde se traduce material de cátedra para las carreras.
En los últimos años, Sandra viajó a Inglaterra gracias al plan Fondo para el Mejoramiento de la Calidad educativa universitaria (FOMEC) y también a Estados Unidos, donde dio clases de español en un intercambio por la beca Fulbright.
Iván Wielikosielek
Especial UNVM
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