De las canciones más ancestrales que cantó la humanidad, de los susurros con que las madres de todas las razas acunaron el sueño de sus criaturas, del lejano rumor del mar que recrearon las lenguas maternas transformando los oídos del bebé en caracoles capaces de sintonizar el océano (quizás para recordarnos que venimos del agua y que al agua vamos); de todas estas “nanas” y dulces plegarias dichas en voz baja con aliento a leche tibia, está hecho el CD que “Coqui” Dutto presentará el 16 y 17 de julio en el Teatro Real de Córdoba. Y hará delirar una vez más a sus fans, que la escuchan extasiados desde una platea de multicolores cochecitos.
“Cuando canto estas canciones no me siento artista en el sentido moderno del término; es decir alguien que espera recibir aplausos. En ese momento se borra mi “yo” y me vuelvo un medio, alguien que sólo está ahí para que los bebés y los niños reciban esa música que fue hecha para ellos. En ese momento, mi ideal es olvidarme de todo y volverme canción” comenta “Coqui” para abrir la charla.
Primitivas y novedosas
A pesar de tratarse de los cantos más primitivos de la Tierra, un espectáculo hecho con canciones de cuna es, en nuestra cultura, algo bastante novedoso. Casi podríamos decir que se trata de un concepto que combina lo primordial con la vanguardia; como una muestra de esculturas en el Palais de Glace pero hechas del barro con que Dios creó al Hombre.
“Antes, las canciones de cuna estaban reducidas a la relación madre-hijo y no se pensaba que la comunidad podría hacerse eco también; mucho menos que el mundo y la cultura pudieran ser aprehendidas por el niño desde mucha más temprana edad que antes”, relata la cantante recientemente nominada a los Martín Fierro.
-¿Y esto es positivo?
-Veo positivo que en los últimos tiempos se hayan desarrollado propuestas más integrales que remplacen a ese chupete electrónico que es el televisor, ya que un niño es tan esponja que todo lo que incorpora lo constituye. Y en esa absorción, la música y el arte son primordiales. Cuando las mamás preguntan desde cuándo es recomendable que sus hijos escuchen música, la respuesta es “desde 9 meses antes de que nazca”.
-¿Cómo definirías el imaginario de las canciones de cuna?
-Son el mundo musical de la primera infancia pero de mucho antes también. Incluso desde el momento previo a la concepción. Pero no sólo las canciones de cuna lo son, sino la música toda. Lo que un niño escuche en los primeros años, va a ser determinantes en su desarrollo intelectual y emocional.
-¿Algo así como una vitamina insustituible?
-Totalmente. Así como la alimentación con comida sana se considera fundamental para el desarrollo, de la misma manera lo es la alimentación sonora. Y creo que eso está resonando en mucha gente, porque últimamente me han convocado de muchos lugares para presentar esas canciones, hablar del tema y compartir con docentes esta primera etapa que muchos trabajan con estimulación temprana.
-Ese “chupete electrónico” llamado el televisor, ¿es una suerte de “comida chatarra” a la hora de nutrir sensorialmente a un niño?
-Algo así (risas). Pero tampoco hay que pasarse del otro lado y pensar que todo lo que hacés tiene que volverse estímulo artístico o debe tener un fin educativo.
-¿De vez en cuando el bebé se puede comer una “hamburguesa sensorial”?
-¡Claro! El punto es que mientras más música le hagas escuchar a un niño, más panorama tendrá para elegir después. Y sólo se puede elegir entre lo que se conoce. Pero si el chico sólo tiene sobredosis de TV, eso le va a quitar un tiempo precioso de incorporación de otras cosas, impidiéndole posibilidades de elecciones después.
-¿Se reconoce de grande la música que te nutrió desde la cuna?
-Conozco muchas madres que durante su embarazo escuchaban música en calma y reposo; y años después, cuando el niño estaba intranquilo, con esa misma música lograban calmarlo. Eso muestra que hay un reconocimiento auditivo de una melodía que estuvo sembrada antes de la cuna y transmitió paz.
-¿Qué pensás de la música “arreglada” especialmente para bebés?
-No comparto el criterio que se tiene para grabar los “Baby Mozart” o “Los Beatles para bebés”, por ejemplo. Es como subestimar la percepción musical que tiene un niño Siempre digo ¡pónganle Mozart o Los Beatles pero de verdad! Ellos pueden disfrutar de esa música tan plenamente como nosotros.
Teatro sensorial para bebés
El modo en que Dutto presenta las canciones a su público, es mediante “la experiencia del teatro sensorial para niños y bebés”, ésa que compartió en Córdoba con el director español Marcelo Simón y la titiritera villamariense María Eugenia Pastor. Lo que la cantante propone en cada espectáculo, es “revalorizar lo que cada canción me transmite desde mi asociación más libre. Algunas me dan sensaciones vinculadas con olores o el tacto de elementos como la tierra y el agua. Otras me impulsaron a trabajar con semillas. Es increíble como, el hecho de cantar con semillas, mantiene la atención de los chicos”.
-¿Hay mamás que son reacias a llevar sus bebés a un concierto?
-Me pasó hace poco en un jardín. Unas mamás me decían “¡pero mi hijo va a llorar y no te va a dejar cantar!”. Y yo les dije “¡tráiganlo que el concierto está pensado para ellos!”. Y hubo todo un público de cochecitos y ninguno lloró, dando una fabulosa respuesta sensorial a lo que estaba pasando. Las mamás se ponen contentas de encontrar propuestas para hijos de esa edad. Antes era impensado que un niño a los 45 días fuera a una guardería o a un concierto.
Plegaria para niños despiertos
-Decime una de las cosas más maravillosas que te pasó cantando canciones de cuna…
-Ver a los padres cantarles a sus hijos “Plegaria para un niño dormido”, de Spinetta. Y eso pasa cada vez que la canté en público… ¡Y los chicos no se dormían!
-¿Los papás no tienen inhibiciones de cantar en ese momento?
-Nadie tiene inhibiciones para cantar canciones de cuna. Es el género en donde todos se animan porque la maternidad está en cada uno que asuma ese rol. Estas canciones son una de las manifestaciones musicales espontáneas más puras que nos quedan, quizás la herencia cultural más antigua que tengamos y que nos mantiene unidos como raza.
Y “Coqui” sonríe. Debe ser por eso que su rostro se ilumina como “barcos de papel sin altamar” en algún charco lejano de la infancia. Y con sus “dedos que se vuelven pan”, hace señas desde cubierta a todos los que se quieran subir. Una invitación al viaje “al país que se parece a vos”, como escribió alguna vez Baudelaire. Ese país que es útero de luz y al que todos entran menos el dolor del mundo.
Iván Wielikosielek
Especial UNVM
Epígrafes: 1) “Lo que un niño escuche en los primeros años, va a ser determinante en su desarrollo intelectual y emocional”, afirma
2) La villamariense en un momento del programa radial
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